mobile isologo
buscar...

Se acerca tanto....

Dolbach

Jan 20, 2025

81
Se acerca tanto....
Empieza a escribir gratis en quaderno

...

Vivir deprisa.

A casa de mi abuela paterna, ya viuda, yo iba con frecuencia. Y ella misma, atenta como anciana del visillo, si me veía pasar por la calle, me llamaba para que acudiera. Algún gurufayo de sus arrugadas nanos para mí; así llamaba ella a cualquier cosa comestible y dulce que tuviera a mano para darme. Se sentía bien dando. Y agradecía siempre la visita y que estuviera con ella un rato.

Recuerdo una vez que, estando yo allí, en la galería, al sol de invierno, llegó mi otro abuelo, el materno, también viudo, que acertó a pasar a visitar a su hermana; sí, mis padres, primos hermanos.

Vicente se llamó siempre, ella Natalia.

Al verme allí, me dijo:

"A mi casa nunca vas a verme".

Y tenía razón, a su casa no iba nunca. Supongo que tenía mis razones: Él mismo no paraba mucho por allí, siempre andaba por el campo haciendo algo; en su casa no había el sol ni el lugar amable para disfrutarlo; y, sobre todo, los hombres, entre hombres, no se andaban con esos modos.

Así pasa con los viudos ya ancianos y sin familia al lado. Nadie va a sus casas pues las mujeres no quieren que se piense lo que no es, y entre los hombres no hay esos tratos.

Un hombre viejo y viudo es la mayor soledad que hay en el mundo. Eternas noches con una mitad de la cama que sobra, que permanece fría. Vacía.

La vejez es de muchos modos, como lo es la vida, pero en un repaso sincero, ser viejo se convierte en un destino muy incierto, muy poco halagüeño.

Me pregunto que será de mí, no por el hambre o el frío, que quizás también, sino por si sabré quién soy, lo que me hizo ser, lo que me importó. Sí sabré lo que puedo y no puedo. Sí sabré lo que quiero.

No, no me gusta hacerme viejo.

Dolbach

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión