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Saturnismo

Vigo

Mar 4, 2025

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Saturnismo
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Me resulta interesante como 440 años y 11.100km de distancia me separan de las coordenadas de un hecho con el que tengo más en común de lo que sabía hasta el momento. Algo imperceptible, un mal, algo que simplemente pasó desapercibido por mucho tiempo y que precisamente ese hecho desencadeno quizás en unos de los acontecimientos más importantes para la historia antigua, marcando no solo una época en sí, sino que también desarrollando tanto guerras como artes. Quizás lo que paralelamente me ocurrió a mí, también haya sido relevante en la vida de algún que otro humano.

El envenenamiento por plomo (plumbosis) “envenenamiento que produce el plomo (Pb) cuando entra en contacto con el cuerpo humano desencadenando afecciones que pueden derivar en la muerte”, conocida también como la enfermedad de la nobleza o como “Saturnismo”. Fue una serie de casos que se desarrollaron en gran parte de Europa y obviamente en el Imperio Romano. Ocurrió más frecuentemente en los últimos años del Imperio de Oriente aproximadamente entre 650 y 1400 d.c

Durante este periodo se registraron una gran serie de envenenamientos que afectaron principalmente a la aristocracia romana debido al constante uso del plomo y el contacto del mismo con los alimentos que ingerían debido a la utilización de este material como materia prima para accesorios como platos, utensilios, herramientas y hasta incluso cañerías que les brindaban “agua potable”.        

También fue una dolencia que sufrieron artistas reconocidos más adelante en la historia como Francisco de Goya y Beethoven, que, entre otras consecuencias de la enfermedad, se encontraban la sordera, ceguera y falla renal. Dolencia fuertemente reflejada en el dramatismo de su arte si me preguntan a mí.

Era algo que pasaba desapercibido y les traía fuertes consecuencias, me baso en las páginas 220 y 234 de un informe de la Universidad de Barcelona sobre Los efectos de la Plumbosis y el Saturnismo en la locura de los emperadores romanos (2014).

[…] A pesar de que las primeras descripciones médicas sobre el envenenamiento por plomo aparecen en la literatura médica clásica y de que tanto griegos como romanos conocían el peligro que representaba el plomo, nunca percibieron que las partículas toxicas se pudieran mezclar con sus alimentos debido a los utensilios que utilizaban rutinariamente. La etimología correcta de la dolencia no se reveló hasta 1656, cuando el alemán Samuel Stockhausen estudió la enfermedad profesional que sufrían los trabajadores de las minas de Rammelsberg, en la Baja Sajonia […]

[…] El primero en hablar del envenenamiento por plomo en el mundo romano fue el inglés Henderson, quien hablando de la adulteración que se hacía en su época de los vinos que consumían las clases inglesas más pobres, se remontó a la época romana para demostrar que ya en ese momento también se adulteraban este tipo de bebidas accidentalmente debido a los materiales que se utilizaban. Otros también trataron el mismo problema, como el austriaco Hoffman o su discípulo alemán Robert, quien ya avanzó algo de la extravagante idea que tomó fuerza sólo en el siglo siguiente. Así, hasta 1965 no creció con fuerza la creencia de que la caída del Imperio Romano y la “locura” de algunos de sus emperadores provenía de un hecho imperceptible.

Como se puede leer en el informe, y aunque parezca mitológico, la intoxicación por Plumbosis si generaba lo que llamamos locura o demencia, además de producir daños en el sistema digestivo por procesamiento de encimas también afectaba a la sincronización de las conexiones intercelulares durante el desarrollo, alterando de esta manera el sistema de circuitos neuronales, por otro lado también promueve la diferenciación precoz de la neuroglia y modifica las concentraciones de algunos neurotransmisores, principalmente de adrenalina y noradrenalina. Generando un desequilibrio neuronal que desataba en demencia.                                                                                                                      

 Muchos podrán pensar que este hecho es algo trágico y se podrán sensibilizar con él y en cierto punto es correcto. Pero yo tengo una mirada distinta, emperadores como Cómodo y Calígula desarrollaron gran locura y murieron a una edad normal para la época. Nunca supieron que realmente los volvió locos, que los estaba matando poco a poco, que los estaba envenenando. Simplemente perecieron en su ignorancia. Y podría parecer infortunado, pero yo puedo argumentar lo contrario.

He aquí el punto más importante del texto y donde traigo a colación la frase de inicio; ¿Qué me separa a mí, un chico del SXXI en Buenos Aires, de la locura y muerte de los emperadores romanos?

Pues lo que yo llamo la “felicidad de la inconciencia” que afortunadamente padecían los emperadores romanos con su enfermedad. Declaro que estoy enfermo, pero no de Saturnismo, sino de algo peor, mi enfermedad no tiene una definición científica y tampoco ha sido estudiada a profundidad, tiene nombre de mujer y está fuertemente presente es mis dolencias de todos los días. Estoy enfermo de una mujer y sobretodo me duele una mujer en todo el cuerpo.

Es una enfermedad que sufro hace bastante tiempo y la agonía constante que me produce es insoportable. La diferencia con aquellos hombres locos de hace 400 años que no hablan mi idioma y hoy son tan solo estatuas, es que, principalmente, mi desdicha es consiente. Esa es la peor parte, no la de saber que estoy muriendo, sino la del saber de qué. Esa es mi desgracia

Desearía con todo mi corazón y entregaría mi alma para tener el mismo nivel de inconciencia que ellos. Yo sé que, en cada recuerdo, en cada foto y en cada lagrima desperdiciada me enveneno más en esa poción del pasado. Teniendo como castigo no solo la muerte por desamor, sino que el dolor insoportable que me apuñala. Me gustaría conocer algún dios griego o romano al que rezarle, ese mismo que adulaban los emperadores y hacerle una petición tan simple de ayuda y que entienda mi agonía. Mi pedido no es no morir de desamor, sino que no sentirlo, eliminarlo, exterminarlo. Negociaría cualquier cosa por quitar esa facultad de mi cuerpo y simplemente no sentir.                    

Si los rastros de humanidad en nuestra vida están marcados por sentir de esta manera, entonces no quiero ser humano porque no quiero sentir esto. Podrás pensar que es una opinión bastante cobarde, y lo es. Pero lo entenderías si te ocurriera.       

La muerte avanza con cada salida del sol, pero anhelaría la ignorancia de desconocer mi veneno y vivir como aquellos emperadores que vivieron sus nobles vidas en su felicidad de ignorancia, encontrar mi pax romana (aunque a sabiendas de que en algún momento mi imperio llamado vida se va a derrumbar) y tratar de ser feliz en algún punto, pero a diferencia de ellos, no puedo.                                                                                                                                        

¿Cómo piensas que ellos hubieran vivido sabiendo que cada copa de vino era un día menos de vida? Yo no tomo vino, pero sé que con cada foto y recuerdo que reveo pierdo un día más fundido en el dolor. Y precisamente eso me quema por dentro el alma.

Propongo como ejercicio pensar en un trato, un trato con alguna deidad mitológica que me pueda conceder tan solo un deseo como he dicho antes. Quizás Cronos para los griegos o el mismo Saturno para los romanos, algo que detenga por un momento el tiempo en el que vivo y me de esa bendición con la cual dotó a sus emperadores que morían, pero nunca sufrieron.

Pienso en una realidad, en un universo, en algún otro sendero bifurcado que paralelo a mí, este desamor si me estacó y si me clavo su puñal desangrándome, pero nunca me entere. Propongo que pienses en esa persona que en mi caso yo formule en ella todos los ingredientes del veneno que me costaría mi bienestar y el de ella para luego tomarlo (no me eximo de culpas). Y que pienses si tan solo nunca la hubieses conocido, o si un día despertaras y su historia no hubiese existido, su marca se hubiese borrado, sus rastros hubiesen desaparecido y viceversa. Todas sus cosas, sus ideas su vida simplemente nunca tuvieron lugar en este universo. Quizás un remedio cruel, pero justo para quienes sufren de la enfermedad.

Es un trato con los dioses donde simplemente no habría nada que olvidar porque nunca hubo algo que recordar, simplemente no existe. Muchos podrían decir que es bastante desdichada mi petición y sobretodo cobarde, pero yo sostengo que hay que presenciar el dolor de esta enfermedad en carne propia para saber que opinar. Es la consecuencia de la enfermedad de los ricos, la consecuencia de la enfermedad del amor. Los dioses son agraciados, pero siempre los tratos tienen sus pro y contras. En mi caso no me importaría en lo más mínimo. Acepto esa herida y esa enfermedad que algún día me terminará de matar, pero sin la facultad de sentir seria todo mucho menos agónico. Quizás estoy pagando mis karmas con esta enfermedad y lo merezco, pero seria mucho menos agónico de esta manera.

No me niego a la inevitable marcha de mi destinada muerte por corazón roto, pero anhelo la extirpación del dolor que me causa todos los días, y el desconocimiento de ese veneno por el que estoy muriendo y pensar que simplemente no existe y algún día morire quizás loco, enfermo y olvidado. Pero sin dolor y en paz. 

 

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