Dormir contigo es como un rezo, un ritual de paz y calma, donde el silencio nos envuelve en su sagrado manto el alma.
Es un templo en la penumbra, un refugio en la madrugada, donde juntos dejamos las dudas y el mundo se aquieta y descansa.
Cerrar los ojos a tu lado es entregarme sin miedo alguno, como quien cruza un umbral a lo eterno, confiando en el rumbo.
El sonido de tu aliento se convierte en mi guía y mi fe,me recuerda que, en tu abrazo, no hay nada que temer ni perder.
Tu latido es un mantra suave, un murmullo que calma y sostiene, como si en cada pulso encontrara el sentido que a veces se pierde.
Es una comunión de almas, una certeza sin palabras, una bendición silenciosa que me hace sentir plena y amada.
Dormir contigo es algo profundo, tan sutil como divino, es hallar el equilibrio y saber que estamos en el mismo camino.
Porque al despertar y verte, como un nuevo amanecer en mi vida, siento que en ti mi espíritu halla paz y sentido, y en tus brazos, mi alma está sostenida.
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