"Santa estrella, me resigné.
Sé que no tengo ese encanto.
No clavaré agujas,
ni estiraré mis ojos hasta que la piel se vaya quebrantando.
No voy a rellenar ni tampoco quitar según sus parámetros
¿ p o r q u é d e b e r í a ?
Como me resigné a ese angelical deseo de belleza cruda,
también abandoné la vida consumista que nos pudre hasta el hueso.
Sin embargo el pesar no se va.
No pasa un día en el que no piense qué sería de mi vida si tuviese eso que atrae a la gente como polillas a la llama.
Me miro en el espejo y me intento convencer de que esto pasará,
que en algún momento se irá; Pero a través de mis iris puedo ver el infierno que me depara,
porque sé con certeza que estoy encadenada.
Soy esclava del mundo y más de mí misma,
condenada a vivir con el reflejo que tanto execró.
Porque yo no soy yo,
soy un montaje,
un experimento,
una mezcla de lo que más odio de todos,
porque lo que más amo de ellos no es para mi,
nunca lo fue y
n u n c a l o s e r á .
Estrella, que todo lo ve y todo lo siente,
condenada a notarse,
contemplarse,
esperando de forma casi inerte que su pequeño dios la salve.
Pero aun no sabe que la salvación no está en él,
porque su ojo está en los más agraciados.
La salvación de aquella estrella está en quienes quitan sus clisos y acaban con su martirio en acto de ofensa,
pero su vida es una ofrenda para aquellos que destruyen todo.
Ella, de alguna forma,
no está por sobre eso que su entidad reprime,
porque se consume a sí misma,
hasta que no queda más que el líquido carmín de lo que ser solía."
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