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    Sangre y Magia.

    Nazarena.

    May 18, 2024

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    Sangre y Magia.
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    Al principio, su hermandad había sido inquebrantable.

    Ella siempre había adorado a su hermano menor. Desde su nacimiento, se había sentido menos sola en el mundo, menos incomprendida. Aún para una niña, el deseo de un compañero existía. Quizás de manera inconsciente, pues no se sabe sobre esta necesidad hasta que llega esa persona que alegrará días y noches.

    Como toda hermana mayor, ayudó en su crianza. Gustos, lecciones de vida que quizás los padres no podrían comprender en la mente de una joven, formas de actuar, de sentir, de ser. Cuando era un bebé, y también mucho tiempo después, su hermana le hablaba todas las noches sobre algo distinto, sin importar qué, y le leía algún libro corto. Sus padres no comprendían del todo el gran apego, pero lo aprobaban; después de todo, los hermanos existían por y para los hermanos.

    Así, el niño creció junto a su hermana, compartiendo momentos, sentimientos, risas. Captó los gustos de ella; música, películas, libros, hasta comida. Y, por sobre todo, la extraña obsesión de su hermana con la fantasía y la magia.

    Desde el momento en que ella misma había adoptado la responsabilidad de acostarlo en la cuna y ayudarlo a dormir, siempre le habló de la magia, de criaturas y del mundo invisible que a ella tanto la apasionaba. Nunca aseguraba que fuera real, pero así se sentía para ambos. Cosas maravillosas, cautivadoras, que los hermanos morían por algún día conocer. Crecieron juntos en sus deseos, en sus aspiraciones, jugando con la imaginación, creando su propio mundo y viviendo en él.

    Nadie los comprendía, pero ellos se entendían a la perfección.

    La ahora mujer recuerda un momento, muchos años atrás, cuando su hermano no era más que un niño y ella una chica en su adolescencia. Había comenzado a alejarse un poco de él, saliendo más con amigos y centrándose más en los hermanos que había elegido durante su vida en lugar de con quien compartía sangre. Nada de esto hacía que se alejara de su hermano menor, no del todo, pero sí que no pasaran tanto tiempo como antes.

    Él seguía siendo pequeño. No más de siete años. Y era frecuente que golpeara la puerta de su hermana, buscando jugar, buscando conversar. A veces, ella aceptaría, y otras, él simplemente se iría a la primera negativa, o no lo intentaría.

    Esa noche, sin embargo, él había intentado abrir la puerta a pesar de haber sido enviado a otro lugar, y sorprendentemente, se abrió. La joven tendía a cerrar con llave su habitación, pues no quería que nadie la molestara a no ser que ella lo permitiera.

    Su hermana lo contempló sorprendida, acostada en su cama con un libro en manos. Él pensó que quizás se molestaría, que lo echaría, y cerró los ojos, esperando un regaño. Pero todo lo que oyó fue una risa. Fuerte, intensa, completamente divertida. El niño abrió los ojos, sin comprender, y ella le sonrió.

    - Entraste a pesar del hechizo. Te estás convirtiendo en un gran mago, hermanito.

    Él le devolvió la sonrisa, divertido por la broma interna que los dos hermanos seguían compartiendo a pesar de las distancias y el tiempo.

    La mujer sonrió con nostalgia ante el recuerdo y fijó la vista frente a ella. Tantos años después, quizás décadas, quizás siglos, y allí se encontraban. Su hermano, un hombre alto, había crecido mucho a lo largo de los años. Ella también, por supuesto. Y lo mismo con su relación. Había crecido hasta destruirse, evolucionado hasta que las disputas de hermanos habían acabado con ellos. Todo se había ido, se había esfumado en la nada, dejando nada más que rencor y recuerdos rotos.

    La magia con la que habían jugado de pequeños se había vuelto muy real. Había dejado la imaginación para pasar a ser sus vidas. Dos hechiceros, brujos, habían crecido hermanos alguna vez, para transformarse en rivales. Y allí se encontraban, uno frente al otro, en medio de un campo de batalla. La guerra por la magia estaba por comenzar, iniciada tantos años atrás. El fin de ellos se aproximaba, y ambos simplemente recordaban cómo había sido todo al principio.

    Nazarena.

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