mobile isologo
buscar...

“Sangrar en Paz”

“Sangrar en Paz”
Empieza a escribir gratis en quaderno

Nadie realmente descansa en un ataúd. El silencio de la tumba no es un premio, sino una pausa impuesta, un susurro detenido por la tierra que exige su cuota. El que yace ahí no siempre está muerto. A veces solo está sangrando… en paz.

Hay quienes creen que rendirse es sucumbir, pero no saben que hay una forma de rendición que es más brutal que la misma muerte: la de aceptar que doler es parte del camino. En ese interludio oscuro, entre el colapso y la resurrección, es donde habita el espíritu más cruel de la vida: ese que te permite descomponerte en tu propio abismo, solo para verte recomponerte con huesos rotos, piel abierta y ojos que han visto demasiado.

“Estoy un poco lastimado, pero no estoy muerto. Me recostaré para sangrar un rato. Luego me levantaré a pelear de nuevo.” —Jhon Dryden.

Esa frase no es una motivación. Es una amenaza. Porque no hay nada más temible que aquel que ha conocido el dolor, lo ha saboreado en su lengua como un vino amargo y ha decidido que aún así vale la pena volver a levantarse.

El alma que emerge del ataúd no lo hace porque esté curada, sino porque el dolor ha dejado de importarle. Ha aprendido que la carne rasgada es solo un envoltorio; que la dignidad no está en la victoria, sino en el gesto de volverse a poner de pie cuando ni siquiera el mundo espera que lo hagas. Es una rebelión contra el descanso eterno. Una bofetada a la misericordia.

Hay sadismo en levantarse de nuevo. No por uno mismo, sino por la mirada del universo que esperaba verte derrotado. Y no —no se vuelve más fuerte. Se vuelve más cínico, más frío, más sabio. Porque ha entendido que la esperanza no es luz… es cuchilla. Una que corta profundo y deja marcas, pero que te recuerda que sigues sintiendo, y por ende, sigues vivo.

Así, cuando la figura sale de su caja —medio esqueleto, medio hombre, coronado por un cuervo y saludado por un simple gato que no espera respuestas— lo que emerge no es un héroe. Es un monstruo resignado a luchar una vez más, no porque crea que ganará… sino porque sangrar, al menos, lo mantiene humano.

Y esa es la tragedia más hermosa de todas.

Helbert Roberto Alexander Aroch Rodas

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión