... (Pero aunque a nadie o casi nadie importe, yo sigo. A mí me vale).
Las edades de Dolbach.
De calendario, 60 un rato.
De espalda, unos 80.
De vista, 72.
De sexo, sin comentarios.
De sueños, ya hay más insomnio.
De energía, como batería vieja: muchas horas de recarga y poca duración de uso.
De optimismo, el del vigilante suricato.
De esperanza... Puede salir el sol.
¿Qué es ser bueno?
De cosas que aparecen por estos muros, me surge esa cuestión.
Es una pregunta simple de complicada respuesta.
Voy a ver.
¿Conozco a alguien bueno?
¿Yo soy bueno?
Diógenes paseaba por las calles de Atenas, con una lámpara, buscando hombres. Hombres honestos se entiende. Hombres buenos. No se cuenta que encontrara alguno.
Una buena persona será la persona que además de no ser mala en aspecto alguno, tenga la virtud de portarse bien con sus semejantes, con sus diferentes, con sus amigos, con sus enemigos, con sus conocidos, con sus desconocidos. Con plantas y animales.
¿Hay alguien?
Perfecto en bondad, nadie.
Sin ser tan exigentes en la definición, al menos para que no exista un vacío total, podremos argumentar que alguien bueno es esa persona que ayuda cuando se lo piden, que no se mete en vidas ajenas, que no hace daño a sabiendas, que es amable sin componendas. Aún así, y admitiendo algún egoísmo de cicatera usura, de no luchar contra las injusticias que no le afectan, hay, de eso, muy poco. Muy poca gente buena.
Yo no lo soy, salvo como decía el poeta, en un buen sentido de la palabra. No lo soy porque no puede ser bueno quien no acepta sin protesta el azote del abuso, quien no pone la otra mejilla, quien desprecia a los pusilánimes enemigos del Pueblo.
"¡Qué malo es ser bueno!" Decía don Pío. Y sí, pues de buenos están las injusticias llenas.
Hay que no ser bueno con quienes son malos.
"Solo hay que colgar a los cabrones infames, pero a los cabrones infames hay que colgarlos a todos". (Los odiosos ochos).
Esa frase tiene el peligro de que puede ser que el juez sea un cabrón infame ¿Quién cuelga al juez?
Por eso no se puede ser bueno en su máxima expresión, porque te puede juzgar un cabrón infame. Y le dará igual tu bondad.
Sean mejores que yo y conscientes de su insignificancia.
El almanaque.
Al comprimir Carl Sagan el tiempo universal en un año, el Big Bang sucede el uno de enero y nuestro momento actual son las campanadas del treinta y uno de diciembre.
En ese año, el Sistema Solar aparece el nueve de septiembre, la vida en la tierra en la víspera del uno de octubre y el primer dinosaurio el día de Navidad; nuestros ancestros primates surgen el treinta de diciembre y aquellos a los que podemos considerar primeros Homo Sapiens, se presentan en el momento de agrupar las uvas de doce en doce, diez minutos antes de los cuartos.
Toda la historia de la Humanidad ocupa los últimos veintiún segundos del año.
Tan poquito tiempo y ya hemos hecho y deshecho tanto...
'
Si el Universo fuera una película, toda la historia de la Tierra, sucedería en un fotograma.
Y en esa historia: El timo.
Cuanta más privada sea la propiedad, más privados de propiedad seremos.
Es extraño, desde la posesión, criticar ser dueños de cosas, así como es contradictorio comprender lo conveniente del veganismo siendo omnívoro consumidor de carne.
Estamos rellenos de contradicciones. Somos así más sabrosos.
La propiedad privada ha privado a muchos de poder calentarse, de poder alimentarse, de poder saciar su sed, de poder dormir a cubierto. Siglos con eso.
Que se decidiera que un bosque era de uno y no de todos y de nadie, es, bien mirado, algo inaudito.
¿Como lo aceptó la mayoría?
Por la fuerza. No hay otro modo.
Se dejó a unos pocos tener un poco y esos pocos defendieron a quien les habían otorgado las migajas oponiéndose a quienes se habían quedado sin nada. Un ruinoso trato para la inmensa mayoría menos para quienes se adueñaron de todo.
Funcionó. Y funciona.
Contra eso, el comunismo.
A favor de eso, el Capitalismo.
(Intento modesto de ser didáctico por si alguien quisiera cuestionar su supuesto saber).
(Pérdida notable de tiempo).
Porque:
Tras un escrupuloso y concienzudo análisis de los hechos acontecidos durante ochenta años en este país, he llegado a la inequívoca deducción de que cada voto que se da al Partido Popular solo puede provenir de:
-Un rico malnacido.
-Un no rico malnacido.
-Un ignorante estúpido.
Tu verás lo tuyo.
Lo tuyo:
Nazismo, fascismo, franquismo, Iglesia y Capitalismo, junto con la demencia y la usura, han sido los mayores asesinos de la historia.
Lo que se atribuye al comunismo es una tergiversación de la historia. Stalin usó el comunismo como el Papa Sergio III usó el cristianismo.
Ni Cristo ni Marx abogaron jamás por ningún genocidio ni por asesinato alguno. Hitler sí. Y Millán Astray.
Ojalá la gente quisiera saber y no hubiera decidido que ya sabe.
Por ahí andan tipos de derechas que añoran a Hitler y tipos de derechas que lo maldicen porque dicen que era socialista. A este no aclararse lo llaman saber historia.
Y todo esto lo veo en los comentarios de una publicidad sobre un documental sobre el nazismo.
Es darse una vuelta por el pensamiento de muchos, y perder el escaso optimismo.
Y de ahí que mis mocasines sean otros.
A ver, he de contarte, quiero que, por si te sirve de algo, lo sepas: no huyo en especial de ti.
Huyo, sí, de cualquiera. Evito las presencias, busco caminos solitarios, me recluyo en cuartos privados. Solo en soledad me encuentro cómodo.
A veces no tengo más remedio que estar con gente, y estoy. Estas fechas recientes son para mí un suplicio.
Mi salud tampoco es muy buena y es en escribir y leer donde encuentro alivio de males y penas.
No creas que hago muy notables diferencias, que si bien sí que hay a quien no quiero ver o con quien no quiero estar en ninguna circunstancia, tan solo no evito lo inevitable.
No te sientas especialmente despreciado por mí. Eres gente y la gente, en este pedazo de mi vida, me incomoda. Aguanto por estas distancias a poco más de unas cuantas personas.
Yo fui diferente. Quizás todo lo contrario. Viviendo se aprende o se desaprende.
En fin, ya lo he dicho.
No soy el de siempre.
Pero ¿Qué es lo que importa?
Lo que nos hace daño suele ser la losa que aplasta nuestros días.
Desamores, muerte, dolor de espalda, deudas. El precio de la cebada.
Luego están las cosas menores. Desencuentros, decepciones. Que cuando quieres salir, llueve.
Y las insignificancias. El grano en la cara, la blusa quemada. Que pierda el Madrid.
Lo que importa es aquello a lo que damos importancia.
Y puede disgustarnos la derrota del equipo favorito. Una pérdida en la que no perdemos. Y puede ser que una muerte cercana no nos afecte nada.
Nada hay en el Universo con la etiqueta de importante. Se apagan estrellas. Se destruyen planetas. Mueren hormigas.
Cada día.
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