Ruina

Hoy te volví a pensar solo para recordar que hay memorias tuyas que olvidé.

Busqué en cada recoveco alguna caricia que haya perdido el camino. Algún beso que haya decidido protegerse de mi búsqueda incesante en olvidarte, alguna mirada que me haya suplicado no desprenderte de mi. Algún alarido que mi voz haya guardado por si algún día vuelvo a tenerte cerca. 

Quizás me contagiaste tu mala memoria. 

Esto ya no tiene que ver con lo físico. Cualquiera puede recordar el color de tus ojos, la forma de tu boca. Pero ¿cómo era el hueco exacto de tu hombro donde apoyaba mi cabeza? ¿Cuáles eran los caminos que trazabas sobre mi espalda cuando la acariciabas? 

Silencio mi habitación y pido que no me molesten. Quiero recordarte. Me esfuerzo en hacerlo pero ¿cómo sonaba mi nombre dicho por tu voz? 

Recuerdo tu pestaña blanca por la cantidad de tiempo que me sorprendió. Recuerdo los temblores silenciosos de tu cuerpo cuando la calma lo invadía. Recuerdo que nos reíamos, sí, pero no logro oír de qué.

Araño lo más profundo de mi memoria hasta lastimarla porque necesito recordar y solo encuentro lagunas que no hacen cuerpo. Mis ganas de olvidarte son tan incesantes como mi desespero triste por lograr hacerlo. ¿No era esto lo que anhelaba aquellas noches destinadas a sufrir tu ausencia? 

Me siento a contemplar este paisaje roto: el cielo está vacío, el sol oscureció y hay sombras donde quiera que mire. Las flores no tienen pétalos, las nubes son de vidrio y el mar está quieto. 

Voy a encerrar tu cuerpo entre mis brazos cada vez que te encuentre así volves a sentir mi calma y quieras quedarte, ¿por qué no huiste de mi olvido? 

Apareces en mis recuerdos como un roce que jamás llega a tocarme. Te acercas a la punta del abismo y te deslizas como arena entre mis dedos. 

Cuando giro a mirarte, no seguís ahí. Mi ebanista te busca intentando tallar tu rostro en las paredes de mi mente, pero vos estás escondido. 

Mi memoria está cansada de intentar recordarte y ya no puedo frenar el derrumbe: olvidarte es inminente.