El ruido de la cocina me asustó; hace días que las luces de la cocina se encendían solas de noche, pero es la primera vez que escucho el ruido de los platos moviéndose.
Llamé a mi madre, pensando que podría ser ella; le gustaba hacer bromas, pero no obtuve respuesta. Miré a mi gato, acostado a la altura de mis pies en la cama, sin alertarse por los ruidos. ¿Eso es bueno, cierto?
Junté valor para levantarme de la cama y me dispuse a aventurarme a la cocina. Pasé por el comedor, cuya luz no quería encenderse. Mientras me acercaba cada vez más a la cocina, los ruidos se hacían más fuertes, insoportablemente fuertes.
Volví a llamar a mi madre, pero seguía sin responder; sin embargo, lo que sea que estaba en la cocina sí. Las luces se apagaron y escuché uno de los platos caer al suelo mientras unos pesados pasos se avecinaban.
Corrí hacia la oficina de mi madre, una pequeña habitación que conectaba con el comedor y el pasillo, provista de un escritorio, y busqué en los cajones de este la tijera que usaba para abrir las cartas documento. No estaba. Escuché los pasos aproximarse y en un arrebato veloz tomé el teléfono de línea mientras me escondía debajo del escritorio. Era un teléfono viejo con cable. Al levantarlo no tenía línea; el cable se encontraba cortado.
La puerta del cuarto se abrió, mientras los pesados pasos de lo que sea que fuese ingresaban a la oficina. Lo escuché caminar, mas no llegó a pasar frente del escritorio para ver quién era.
Pasados pocos segundos lo escuché irse, pero no me animé a salir debajo del escritorio. El miedo me paralizó tal que caí rendido en el lugar sin darme cuenta cuándo ni cómo. La luz atravesando la ventana me hizo despertarme a primera hora, con el cuello adolorido.
Recordé lo que pasó y, preso del pánico, me aventuré a buscar a mi madre al patio; al verlo ahí estaba, la tijera con la que abría cartas, afianzada a las manos de su cadáver. Solté un suspiro y me relajé; le quité la tijera y la volví a enterrar, molesto
Desde que la degollé y enterré en el patio, siempre hace cosas así; pero bueno, siempre fue así. A ella le gustaba hacer bromas
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