Desidia y poco apego
Tengo el corazón roto en mil pedazos, y sé que es mi culpa.
La palabra exclusividad perdió todo tipo de sentido para mí, y en realidad, creo que lo más me duele es haberme cuidado tan poco a mi misma por intentar mantener un amor que del otro lado evidentemente no existía. Conocer a alguien a fondo por tanto tiempo, compartir las cosas más íntimas y que luego se transforme en un desconocido es como la muerte en vida.
Una y otra vez me replanteo todo, desde el comienzo hasta el final. ¿Algo fue real o estaba en mi cabeza? ¿Fui yo insistiendo en sostener un amor que se construye de a dos pero se rompe en uno?
Quizás suena exagerado decir que siento que una parte de mí murió con todo esto, pero así lo estoy viviendo. Pensaba que más allá de todo, de las idas y vueltas, de los errores y los aciertos, de todo lo vivido, iba a quedar al menos un mínimo de respeto hacia quien supuestamente fue tan importante en algún momento. Pero soy una ilusa, y me equivocaba.
No puedo odiarlo, no siento nada, me duele pero sé que voy a estar liviana. Sé que este proceso no es lineal y capaz en tres días escriba algo llorando, o tal vez no. Solo sé que no quiero sentirme más así. Siento que no lo conozco, no lo (re)conozco, y todo lo que veo me destroza.
Quizás me cueste, quizás me duela, quizás sienta que no pueda más con todo esto, pero me prometo en un futuro leer esta carta y festejar, porque sí pude.
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