¿Acaso se sabe que las rosas, si, las rosas,
las maravillosas, perfumadas,
esas, cuyos colores fueron tomados de los sentimientos,
son comestibles?
Como no querer probar cada rosa por el camino,
valdría la pena tal posible pinchazo por tenerla para mí.
Sabores, quien describe los sabores?
¿quien encuentra la pizca de deseo en un antojo?
Sólo busco el instante, donde se corta el olfato y se reviva saboreando, así, fugaz bocado que infringe la norma del placer,
porque nadie me dijo que las rosas eran comida,
y siendo rosa fui banquete de otras rosas.
Tantas rosas he sentido, he mirado,
tantas han muerto para perfumar mi piel
que ahora creo es un desperdicio el agua en el florero.
¡Ay encantadoras rosas!
Quiero más que comerlas,
sentirlas, tocarlas, saborearlas, mirarlas,
porque son más que rosas,
pero en el mundo de las rosas más bien
soy un ruiseñor.
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Mica
Escribo, diría por gusto y placer pero es más por un impulso intrínseco con el que disfruto jugar con las palabras y la expresión.
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