romántico empedernido
que cree
en la verdad de una ternura que ejerce
violentamente... una serenidad incompleta
que grita anónimamente al olvido
un recuerdo sin memoria
sin voz, sin sombra
un apesadumbrado y descolorido
azul monótono
entre tanta escala de cromáticos
que busca en el desenfreno
una pasión con nombre y apellido
que grita hacia el vacío
¡si te vas, llévame contigo!
¡si te vas, arrástrame a tu exilio!
¡si te vas, arrópame que ya no quiero pasar frío!
vuelve como boomerang
esa errática súplica
que danza un tango amargo
en el lado izquierdo de una recámara
sin público, sin perspectivas alternas
danza en una solitud que incluso para el romántico empedernido
puede ser abrumadora, pero al final
sabe que puede con ello.
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