Esos rizos… esos rizos tan secos y quietos.
Fueron lo único que alcancé a tocar en mi intento de escape. Desde entonces, se han convertido en el recuerdo de un momento terrible, en el símbolo de malas personas en mi memoria.
Aún siento aquellos cabellos rozando mi mano en mi intento de huir, correr, gritar… intentando salvarme de que me arrebaten mi inocencia… o lo poco que quedaba de ella.
Y hoy, como suelen ser los traumas, la sensación volvió de repente. La sentí en la palma de mi mano, enredándose en cada uno de mis dedos. Esa misma sensación que siempre describo como lo más asqueroso que hay.
El asco de aquellos que se acercaron a mí: en la plaza, en el parque, en la vereda, en su cabaña del campo, en su casa, en aquel hotel, en mí propia casa… encima de mí, mientras yo solo cerraba los ojos y quedaba inmóvil. Lo mismo que hacía de pequeña, cuando temía que algún monstruo me viera, me arrancara el alma y me matara lentamente, sin la mínima posibilidad de salvación. Sin la oportunidad de volver a ser igual. Pero ahora eran otra clase de monstruos, muy diferentes a los de cuando era una niña. Estos tenían 18, 20, 35 rostros o más de los que puedo llegar a contar… Estos daban más miedo. Estos aún aterran. Aunque ya se hayan llevado todo, aunque ya me hayan llevado.
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Selena
A veces escribo, a veces tengo miedo. "Sufre y padece" Meta: Sacar mi primer libro con dibujos y fotos de mi autoría.
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