Todo tiene una interpretación. El mundo es algo externo a nosotros que interpretamos de acuerdo a lo que vivimos, a lo que fuimos sintiendo, aprendiendo o desaprendiendo a lo largo de nuestra vida; pero todo, todo, todo es interpretación. Uno le da sentido al mundo exterior con el fin de sentirse anclado en algún lugar, para darle firmeza a lo esfímero, para no sentirnos tan perdidos.
"Los Piojos" no solamente marcaron a una generación desde la contemporaneidad de aquellos años sino que emocionalmente representan mucho más que música. Representan nuestras ilusiones adolescentes, nuestros recuerdos, lo que guardamos en la memoria del corazón. La música, esas viejas canciones, son disparadores para volver a vivir una vida bien vivida. Por eso la ilusión tan grande y la esperanza nunca perdida de que vuelvan a juntarse, por eso esa felicidad incipiente se hacía notar desde lo más profundo de nuestras entrañas.
Fueron muchos años construyendo esa fantasía que nos hacían revivir emocionalmente esos rituales piojosos de antaño: "¿te imaginas si vuelven Los Piojos?". Entrevistas a cada uno de sus integrantes en las que, más allá de sus más o menos exitosos (qué más da) proyectos personales, sólo querías una respuesta: "¿Van a volver?"; aunque no siempre hicieras esa pregunta. Podés tener mil bandas, pero ustedes, siempre van a ser Los Piojos (o ex Piojos). Es que cuando una banda cala tan profundo, no hay un reemplazo posible. La mente puede acostumbrarse a una realidad distinta, pero en el corazón lo superlativo deja una vara que no entiende de razones, que quiere volver a repetir lo que fue simple y complejamente una pasión.
Los deseos se proyectan, se crean y con los años se arraigan y se vuelven más fuertes, maceran, son como el vino. El deseo se vuelve ilusión y en la ilusión confiamos, creemos: "un día va a suceder". Y sucedió. Todo el mundo preguntando. El misterio hizo que todo llegue a niveles más altos de adrenalina. Tu banda. Tus canciones tocadas por ellos juntos de nuevo. La felicidad de que se hayan limado las asperezas es como cuando tus amigos se pelean y de repente se vuelven a amigar. Esa sensación impagable de recomponer las partes rotas para ser UNO de de nuevo. Juntos ellos; y nosotros. Juntos otra vez. Un ritual piojoso que nos elevó la fantasía de que ningún sueño está perdido. Y ahí, cuando estabamos en lo más alto, el hondazo final. El derrumbe. El descreimiento. La desazón. El vacío existencial. Y la duda eterna de, ¿por qué tenemos la habilidad de arruinar absolutamente todo?. La vuelta más esperada que, ahora, parece no ser tal. Comunicados cruzados que a los que más dañaron fueron a los fans. A los que los estabamos esperando. 15 años. Reamente es un ritual piojoso: miserable, mezquino, avaro, ruin. Así lo define la Real Academia Española. Supongo que la música es como la pelota, no se mancha (¿no se mancha?), pero nosotros, los humanos, sí; y esto ya está manchado.

Eleonora Perez Caressi
Soy periodista. Cubro recitales, charlo con músicos. Trabajo con PNL y en desarrollo personal.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión