pocas veces he hablado desde un lugar que no fuera la pena interminable que sentí a lo largo de mi vida. aprendí a disfrazar mi verdadero sentir con sonrisas falsas y carcajadas breves. creo que perdí la noción de la primera vez que fui real conmigo mismo; perdí el gusto por la emoción, por lo vivo, por lo cálido, por la realidad de existir. ¿pero qué era realmente vivir?
perdí la cuenta de cuántas veces intenté que mi vida se pareciera, aunque fuese un poco, a la de las personas a mi alrededor. las reuniones con amigos se volvieron una tortura, no porque no disfrutara de su compañía, sino porque nunca logré encajar en lo que para ellos era normal. risas vacías, quejas disfrazadas de apoyo, envidia maquillada de entusiasmo... todo falso, todo preparado para adherirse a una normativa tan ambigua y nefasta.
y entonces recordé. una vez mi madre me preguntó si la gente buena existía. aunque en ese momento no supe qué responder, hoy me lo pregunto a mí mismo: ¿qué es ser una persona buena?
honestamente, creo que todos tenemos algo de maldad en nuestra esencia. quizá no al extremo de dañar abiertamente, pero esa pequeña pizca de egoísmo, de crueldad, de crítica, existe y es innegable. mucha gente no es consciente de ella, disfrazando su oscuridad en críticas "constructivas", en comentarios "divertidos" o en "buenos actos" superficiales.
pienso que las personas que se autodictaminan "buenas" son, paradójicamente, las que con sus acciones dañan más que alguien auténtico consigo mismo; más que quien acepta su porción de sombra y elige ser real. porque tener maldad no te hace malo. elegir qué hacer con ella es lo que te define.
y eso es algo que siento muy real.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión