río, árboles, piedra, cielo y cuerpo

Tomo una bocanada del aire más puro, apoyo mis pies en la piedra mojada y dejo que me ensordezca el sonido del río. Abro los ojos y observo como el verde lo abraza todo, como hace de este lugar un secreto aparte del resto del mundo.
Y ahí, en el rincón más remoto, te siento imposiblemente cerca. Te siento tan cerca porque te reconozco en mí. Porque sé que sentirías lo mismo. Que también fijarías tu mirada en el agua que cae precipitosamente por entre las rocas al encuentro con otra, que espera tranquila, para juntas convertirse en el blanco que musicaliza el aire. Sé que tampoco podrías evitar tomar un puñado de río entre tus manos para probar su frescursa impoluta, que te mojarías la cara y, de la misma forma que yo, permitirías que tus sentidos se inundaran de la absolutez de este espacio; que tu pensamiento se ocupe solo de eso. Y en ese instante en el que se para el tiempo, donde solo existe el río, los árboles, la piedra y el cielo, tambíen descifrarías que la vida se trata tan solo de eso; de conmoverse y entender la verdad de ser más un elemento: río, árboles, piedra, cielo y cuerpo.