Una vez
conocí a un tipo
en una sala de ensayo
con olor a cerveza seca
y sueños oxidados.
Tiene una energía brutal
una furia hermosa,
capaz de desarmar estadios
y corazones,
con una sola nota.
(Eso es un spoiler
pero hay verdades que se sienten
antes de escucharlas..)
Se llama
como el rey del rock
pero no tenía trono
ni palacio,
solo una guitarra vieja
un alma ardiendo
unas botas gastadas
de tanto andar.
y cicatrices...
que no salían en las fotos.
Lo conocí en aquella sala
que escupía Hard Rock
desde las grietas de las paredes.
Un lugar sagrado
para los que ya no creen en nada.
formó su banda
como quien forma una familia
cuando la sangre no alcanza
Entre botellas vacías.
verdades a medias
Y charlas
llenas de todo
me contó su historia
me dejó entrar
de a poco
como quien teme mostrar
dónde duelen las cicatrices.
Pero en su historia
Hay más...
siempre hay más,
porque él
es una caja de sorpresas
con candado oxidado
y páginas
que se escriben solas.
Me habló de su amor,
de esa mujer
que fue fuego
y también cenizas.
De su vida
de sus hijas
que son su música
más sagrada
Y del rock
su religión
su cruz
su cura
y su condena.
Me invitó a su mundo
al que él llama cárcel
no de barrotes,
sino de recuerdos.
Allí
donde los días son iguales
y las noches se alargan
como una nota sostenida
en una canción triste.
Me mostró un poco
solo un poco
de lo que había detrás
de aquella voz
una voz
que arrastraba 47 años
de gritos
que nadie quiso oír.
Había historias
demasiadas
una colección de heridas
tristezas
y alegrías.
Historias que se cuentan
entre silencios
anécdotas contadas
con risas que tiemblan
amores
que dejaron cicatrices.
Pero lo más impresionante
fue ver cómo ese dolor
no lo quebró.
lo convirtió
en algo más.
lo volvió fuerte
de esa fuerza
que no se ve,
pero se siente.
Ese dolor
lo hace cantar
como si el escenario
fuera el infierno
y él un ángel exiliado.
Lo hace bailar
como si fuera
una estrella
(Lo es)
Nunca me pide nada,
solo me muestra
me enseña
que hay cárceles
sin barrotes,
y que algunas almas
aunque rotas
siguen siendo hermosas.
Que hay hombres
que bailan
sobre los escombros
de su historia
que ríen
mientras arden por dentro,
y que cantan
porque si no lo hicieran
morirían en silencio.
Y me digo:
que ojalá
nunca se apague,
que ojalá
el mundo no lo consuma
que su música siga
que siga brillando
aunque nadie mire,
aunque el aplauso no llegue.
Porque hay fuegos que nacen
para arder,
no para calentar.
Él
no es solo una historia.
es un canto.
una advertencia.
una cicatriz que camina.
un poema escrito
en las paredes del alma
con tinta de sangre
de amor
de lo que quedó
después del derrumbe.
Porque una vez
conocí a un tipo
que me enseñó
que el dolor no siempre mata.
A veces,
si uno lo canta
lo suficientemente fuerte,
el dolor
se convierte en leyenda...
Dedicado a: Elvis Calderón
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