Entre el deseo y la ternura

Si el lenguaje fuera el modo más triste y más honesto de tocarte,

entonces esta frase sería mi manera de meterte la mano en el alma

y susurrarte que te siento,

y que tengo las manos llenas de vos.

Conocés mis manos: rozan lento,

y no tocan, sino que despiertan.

Provocan. Desean.

Manos tatuadas con las que podría agarrarte del cuello mientras recorro el contorno de tu cara,

pero también con las que podría acomodarte el pelo detrás de la oreja.

Se podría decir que, están hechas para sostener(te),

pero también para apretar(te) fuerte.

No traigo armas, traigo dedos.

Y con ellos podría desatarte el corpiño o escribirte un poema en la espalda.

Podría arañarte hasta dejar marca,

pero después trazar con la yema el contorno exacto de tu miedo,

para que no te sientas sola.

Podría desordenarte el pensamiento con la boca,

y hacer que digas mi nombre como si te doliera decirlo,

pero desearía que después, en voz bajita, lo repitas otra vez,

como si fuera la única manera de calmarte.

Y que me mires con esa mezcla de deseo y ternura que siempre termina confesando que me querés — y yo también.

Quiero que me digas que no podemos vernos más,

y después te desnudes igual.

O quizás que me dejes desnudarte a mí,

con los ojos más que con las manos.

Es que a veces tengo que inventarme un idioma para no ir a tocarte directamente la piel,

para no decirte todo lo que haría si estuvieras cerca,

como si esta distancia nos salvara de algo más grande que nosotros.

Cuando me duele todo, cuando me pudre el mundo,

la espera,

las noticias,

las dudas,

los chats sin alma,

las fotos que no dicen nada,

los días iguales,

los no sé,

los no puedo —

pienso en vos sacándote la ropa,

y todo se acomoda.

Ninguna voz me excita tanto como la tuya, ni como el silencio después de tu risa,

cuando ya no decís nada y lo único que suena es tu respiración agitada.

Tu piel contra la mía es más verdad que cualquier promesa y conozco tu cuerpo mejor que algunos recuerdos míos:

tu espalda, tus tatuajes, la rodilla con la cicatriz.

Sos mi manera de recordar que todavía siento.