Escuchaba el discurso de Inés Miret en la inauguración de la jornada internacional "Leer Iberoamérica Lee" y de pronto citó un texto de la escritora argentina María Negroni titulado Guerra:
«Y aun así, mientras el mundo apilaba emboscadas y mortíferos planes, a su pequeño modo el jardín resistía: se brotaba de mirlos, jilgueros, colibríes que iban, en plena ebullición, de una vocal a otra, leyendo, en medio del caos, la semilla honda»
¿De dónde saca valor un jardín para seguir brotando? ¿Sólo del agua que recibe o también del amor? ¿Cómo se atreve a resistir en medio de este caos que nunca se acaba?
En la ventana de mi habitación tengo un pequeño balcón con jardín. Antes, por llegar a casa ya de noche y con un trabajo presencial a diario, nunca le tomé atención. Hasta aquel marzo de hace cinco años, cuando empezaron todas las formas de encierro y desconcierto. Y desde entonces hasta hoy abro mi ventana, escarbo la tierra, quito la mala hierba, siembro, riego con esmero y contemplo los colores que brotan en esa minúscula franja.
La belleza cotidiana también es resistencia.


Una librera
El fin del mundo ya ha durado mucho/ y todo empeora/ pero no se acaba/ - José Emilio Pacheco.
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