Jamás había leído un libro que me gustara tanto, y que a la vez me generara tanto rechazo como para querer abandonarlo, pero de todas formas no poder hacerlo. De hecho nunca me había encontrado odiando a todos los personajes sin excepción alguna.
Admiro la manera en la que Sabato manejó temas existencialistas y de cómo la mente puede ser tan frágil, influenciable y fácilmente corrompida a través de sus personajes tan palpables y realistas, porque siendo sincera, a pesar de que todo el libro estuve en contra del camino de desarrollo de todos los personajes, he de admitir que las situaciones, contextos y acciones de los mismos le podrían ocurrir a cualquier persona, lo que efectivamente, los hace personajes humanos, aunque a mi parecer, con personalidades demasiado cuestionables.
Ahora empezando con el protagonista y narrador de la obra: Juan Pablo Castel, genuinamente no creo conocer en futuras lecturas a un personaje más odioso, pretencioso, vanidoso, irritante, tedioso, detestable, aborrecible, despreciable, repugnante y fastidioso que él. Puedo decir todas las cosas que odié del personaje, pero tendría demasiado protagonismo del que me gustaría en mi reseña, así que, con la descripción anteriormente mencionada creo es suficiente para expresar mi sentir hacia él.
Dejando de lado un poco mi subjetividad, puedo rescatar que el personaje cumplió con su objetivo, y que el autor ejecutó muy bien el planteamiento de un ser dañado psicológicamente, que además, al ser habilodoso en términos de manipulación, hasta el lector cae en su narrativa distorsionada de los hechos. En ese sentido, Sabato hizo una buena elección al escoger a Castel como el narrador de la historia.
La metáfora del túnel dentro de la psicología de Castel, se me hace un punto muy interesante de analizar, puesto que, nos introduce tanto a su mente en la historia, que llega un punto donde palpamos ese túnel oscuro, terriblemente silecioso, y solitario como si estuviéramos bajo su propia piel, lo cual, personalmente no me hizo empatizar con su situación, sin embargo, sí encontrar un "por qué" de las cosas que hizo. Repito: el personaje llega a ser muy humano, pero está tan sesgado por su propia desgracia, que supera los límites de la empatía por parte de su entorno, y del lector.
Por otro lado, de María Iribarne, no siento que pueda emitir un juicio tan crítico, ya que, todo lo poco que conocemos de ella en la trama, es gracias a Castel, y no es como que él sea una fuente de información muy confiable que digamos, así que, me limitaré a decir la imagen que me quedó de ella.
Considero que muchas personas se pueden identificar con ciertos rasgos de María, hasta cierto punto, claro está. La concibo como una mujer que quiere ser libre (de manera peculiar), y que no siente que deba darle alguna explicación a nadie de ello. Ella no quiere formar vínculos profundos con las demás personas, sólo las utiliza para llenar egoístamente sus propios vacíos, y para su mala suerte Castel se enamora de ella, lo que me lleva al siguiente punto.
El romance (si es que le podemos llamar de esa forma) de Castel y María, no tenía ni pies ni cabeza. Por parte de Castel era una obesión que se desprendía de su necesidad de sentir afecto y de conocer a alguien que lo llenara emocionalmente, ya que él hasta el momento no había encontrado una conexión profunda y que él sintiera que era verdadera, sin embargo, llevó ese deseo al extremo, e idealizó a María a tal punto de pensar que ella debía, por la personalidad que mostraba estando con él, entenderlo y comprenderlo (más aún por el detalle de la ventana en la pintura) como si fuera él mismo, cosa que María no era, y de cierta forma ella no sentía la misma intensidad con Castel, que él sí sentía con ella de manera desproporcionada. A pesar de que María varias veces dio señales de no ser esa "María" que Castel idealizaba, él hizo caso omiso a dichas señales encerrándose en su mente paranoica, lo que desembocó en el trágico final.
Los otros personajes, a mi consideración, tenían personalidades flojas, y sólo eran marionetas de los protagonistas, así que no tengo mucho que decir al respecto.
Finanalmente, Castel narra cómo cometió el crimen. A mi parecer, yo, que estuve esperando ese momento de culminación del cual Castel había hablado tan orgullosamente desde la primera página, me sentí decepcionada por haber tenido altas expectativas, en que él iba a planear algo muy elaborado y que tuviera un margen de error mínimo, sin embargo no fue así.
Para concluir con mi crítica, puedo decir que fue una lectura que me sacó de mi zona de confort, que me mantuvo enganchada todo el tiempo, que me hizo reflexionar, y que en el fondo disfruté gracias a la pluma del autor.
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