Una historia muy tierna y linda sobre la autoaceptación y la ambición de perseguir los sueños es representada por nuestros dos protagonistas: Sebastián y Frances.
Sebastián, es el príncipe heredero de Bélgica, y teniendo 16 años sus padres buscan comprometerlo. Él no presta de su total atención a aquello, puesto que, está más preocupado por esconder su secreto: el hecho de que le gusta vestirse de chica durante la noche.
Por otro lado, tenemos a Frances, una modista (de 16 años también) con mucho talento, creatividad y autenticidad que sueña con ser reconocida por sus diseños y trabajo, pero que por ser de un estrato socioeconómico bajo, este difícilmente se le concedería. Esto hasta que conoce a Sebastián, quien encantado por sus vestidos, la contrata. Poco a poco la relación de príncipe-modista, cómplices por el secreto de Sebastián, se convierte en una linda amistad, que a su vez da paso a un romance.
Me gustaría comenzar hablando del apartado artístico. Este es tan hermoso, desde el estilo de dibujo, hasta la colorimetría. Al ser una novela gráfica la autora tenía la complicada tarea de expresar los sentimientos por medio de las expresiones de los personajes, y la ejecutó sin dificultad. Tanto así que, si en las escenas se borran las burbujas de texto, el solo dibujo transmite lo justo y necesario. La paleta de colores indicada, creaba un ambiente mágico alrededor de los paneles, perfeccionando y complementando el mensaje de la autora en todo momento.
Me gustó lo detallista que fue con la vestimenta y los colores de esta. Todos los vestidos creados por Frances captaban la esencia de Sebastián en todo momento, hasta los sentimiento que no podía comunicar verbalmente.
También, es muy fácil empatizar e identificarse con los protagonistas, no tanto por los contextos en los que se ven encontrados, sino mas bien, por los sentimientos de ellos.
En el caso de Sebastián, el planteamiento de su personaje parte desde el deseo de ser aceptado por quién es. Sebastián nunca estuvo confundido con cómo se sentía respecto a su identidad, de hecho, varias veces en la historia se ve reflejado que siente comodidad visitiéndose tanto de chico como de chica, incluso menciona que hay días en los que se siente como príncipe y otros días en los que se siente como princesa. Y es un tema que me gustó cómo manejo la autora: el sutil (pero fuerte) mensaje de que la orientación sexual no tiene nada que ver con la identidad de género. Por ende, el desarrollo de Sebastían no recae en descubrir quién es, sino en querer que los demás lo acepten, y cuando conoce a Frances, ella se vuelve en su soporte y en su apoyo, pues ella lo acepta y lo quiere por su pura esencia. Convirtiéndola a ella en la única persona con quién siente tener un vínculo real, donde no tiene que esconderse por miedo a qué piense.
Lo único que no me gustó en ese aspecto fue la manera tan hostil, transmisógina, y agresiva en la que fue obligado a decirle al mundo quién era. Y es cierto, que en en la vida real, en ese aspecto muchas veces no suele ser una situación de color rosa, y que muchas personas de la comunidad han sido orilladas, aunque no quieran, a salir del clóset, sin embargo, me hubiera gustado que en esa parte Sebastián hubiera tenido una mejor evolución, por el punto que trataré más adelante.
En cambio, el desarrollo de Frances recae en sus ambiciones y sueños, en querer ser reconocida, y trabajar siempre para mejorar. Algo que me encantó del personaje fue su carácter, y su personalidad segura, comprometida, honesta, decidida, y sobre todo por su tenacidad. A pesar de encontrarse en la situación donde tenía que limitarse por esconder el secreto de su mejor amigo, siempre tuvo claro lo que quería para su carrera, y nunca sacrificó eso por Sebastián (tampoco lo traicionó). Mantuvo un buen equilibrio entre sus sentimientos y sus ambiciones profesionales.
Para ser honesta, esperaba que la relación de ellos se mantuviera en amistad. Su amistad era muy linda; eran leales, confidentes y cómplices, y no digo que dentro de una relación romántica no existan esas características, sino que lo sentí forzado y apresurado, ya que, el mensaje que capté fue el de que si encuentras un vínculo real y una conexión sincera y linda sí o sí significa que es una conexión romántica, cuando muchas veces puede no ser así. Y el mensaje fue aún más reforzado sólo por el hecho de que Frances era la única persona que aceptaba y amaba todas las aristas de Sebastián.
Por último: el final. He de decir que me decepcionó en gran parte. Teniendo en cuenta la época en la que se ambienta la historia (que por diálogos haciendo alusión a las clases sociales basadas en el país donde se sitúa, es decir Bélgica, supongo que roza entre finales del siglo XVII y parte del XVIII), no tiene sentido la resolución del conflicto de Sebastián. Puesto que, lo sentí demasiado idealizado, precipitado, y romantizado. A pesar de que la salida del clóset de Sebastián fue abrupta, no pasaron ni 10 paneles y todo su país lo admiraba. Y lo que me choca, no es sea aceptado rápidamente, es más eso me hizo muy feliz, sino que para la época en la que la autora posiciona la histora, carece de coherecia el desenlace de la obra. Hubiera preferido: que sí, se dé ese final tan hermoso, pero de forma más realista, ya que, en los capítulos anteriores se dio una escena muy fuerte sin tener tacto con el protagonista, y que luego dé un cambio completo de esa atmósfera tensa, a un final demasiado embellecido, rompe con la cohesión que venía construyendo la autora en todo sentido. En pocas palabras: hubiera preferido un final armonioso, ecuánime y que no saliera del hilo que estaba manteniendo la autora con el ambiente.
Para cúlminar, a pesar de todo, me pareció una historia muy cálida, y que podría ser de gran ayuda para las edades más tempranas que se quieran sentir comprendidas, escuchadas y abrazadas por el personaje de Sebastián o Frances. Me divertí y me sentí muy bonito mientras la leía. Tiene merecidas las beunas opiniones que tiene.
P.D.: No utilicé pronombres neutros con Sebastián porque en la historia nunca hubo esa aclaración de en qué aspectro de identidad se identificaba Sebastián. Supongo que con género fluido, basado en cosas que capté, pero en esa época no existía ese término.
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