Reminiscencia, sobre Sofía número uno.

Página 71.

Las conversaciones no tienen sentido si me das tu lado izquierdo. Vas latiendo en expansión, te vas ensanchando y contrayendo al son de las olas y el río. Despreocupada de mis sentimientos, de la vida y de los otros. Algo curioso pasa cada vez que una lancha corta la corriente, van dándote pie a que comentes algo, como si te estuviesen dando permiso.

- La musa refiere a divino, bobo. Sos mero vehículo. En nuestro idioma, sos el colectivo para toda la gilada que te dice despacito al oído, cuando estás en pedo. Son las hijas de la memoria, o algo así. Les cantaban al oído, pero el mensaje a fin de cuentas era de ellas. Una especie de forro artístico. Cumpliste tu función y te vas al tacho.

Pagina 73.

- Sí, So. Tenés razón, pero acordate que el vuelo de los pájaros era un cálculo preciso para fijar lo incierto. Había tanta razón que prendía de un hilo. Yo imagino como si fuese una bandada de cometas, que no paraban de engancharse con los juicios, los presagios, y el miedo al desconcierto que tenemos, tuvimos y tendremos.

Pagina 81.

Qué locura estar esnifando de la mugre,

oculto bajo el piso,

mientras se va filtrando por los poros el relato de un futuro,

de los pocos en que creo.

- Algunos pedantes te rompen un poco las pelotas, no me jodas. No es que es todo color de rosa. Entiendo que te gusta escucharlos y deben tener puntos piolas, pero déjate de joder no te corras tanto, no sos la mugre abajo del piso.

- Obviamente.

- Obviamente sos uno más de ellos. Volvé un toque a la prosa, el verso te está quemando lo poco de realidad que te queda.

Sofía sella los mensajes fuertes con un beso en la frente; esta vez, me besó la sien.

Página 92.

Yo vine a recordar. Atesoro la verdad cruda de cuando estás en falta, porque me gusta medir el real peso del mundo.Y sé que no tiene renglones mi libreta, es adrede, se me caen y doblan y entremezclan las palabras.

Que te saques los lentes,

quiero testear (y a la vez temo) y poner en juego tu visión del mundo.

Quiero asegurarme y me los pongo.

No cambia nada.

Deduzco entonces que sos vos,

respiro tranquilo,

me vuelvo a tapar con las baldosas,

y a cometer las atrocidades necesarias para mi subsistencia.