Te fuiste de casa un viernes, un martes recoji tus cosas y las guarde. La casa se quedo en silencio, vacia y muda. No dejaste ninguna duda, te fuiste y la soledad se volvio mas cruda. Con el paso de los dias pude salir de la cama, tire los cigarros pues ya con tu amargor no queria saber nada, aguante mucho dolor y la cama duro mucho desarreglada.
Poco a poco voy juntando el desorden que dejaste en la sala de estar, no te pudiste ir por la puerta de atras, preferiste irte llevandote todo por delante, no quisiste ni abrazarme, fue tan duro el golpe que los vecinos salieron a mirar, solo se encontraron con los restos del amor y la inocencia, sus palabras de consuelo resbalaban de mis orejas y yacian en el suelo, junto con las huellas de tu indiferencia y la inmensidad de mi conciencia.
Con el paso de los dias, me meti a ducharme, con la intencion de limpiarme, y asi con el agua de mi fortaleza, pude entender como curarme. Plumereando las repizas y los estantes, suelo encontrarme con instantes y sonrisas, a veces me causan nostalgia, a veces risa...
Rara vez miro la puerta, ya no esta abierta. La deje cerrada para que no entre polvo a ensuciar mi limpieza, pues aunque parezca poco intento mantenerme en una pieza. Ya no creo que vuelvas, y asi mejor, estuve pensando en abandonar la casa e irme lejos. Pero los vecinos no pueden quedarse sin mis hermosos versos. Me asiento aca y continuo en paz, asi esta la vecindad un poco quieta, un poco aburrida. Pero te juro que poco a poco voy comprendiendo el juego este, al que le llaman vida...
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