No ha sido fácil.
Hay cosas que no decimos,
porque duelen,
porque aún nos tiemblan en la boca.
Nos rompimos en partes pequeñas,
por dentro,
donde nadie mira.
Y aun así seguimos.
Pasamos por miedos
que parecían eternos,
por días en los que respirar
fue una hazaña silenciosa.
Hubo momentos
en los que no sabíamos quiénes éramos,
y otros
en los que solo queríamos desaparecer un rato.
Pero no lo hicimos.
Nos sostuvimos como pudimos:
con lágrimas a escondidas,
con abrazos que llegaron justo a tiempo,
con la esperanza
atada con hilos invisibles.
Y ahora… estamos regresando.
No iguales.
Más suaves,
más atentos,
más nuestros.
Volvemos al centro,
al lugar donde somos sin fingir,
donde la risa no tiene miedo
y el corazón no se esconde.
Estamos regresando.
Y eso,
después de todo,
es una forma de milagro.

Onírico
Soy el lector omnisciente que teje historias en la penumbra de los sueños, donde todo se revela sin palabras, solo en miradas y silencios.
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