Tu nombre parece ser un castigo para el mundo, madre querida, pero tú haz salvado más vidas que la vida misma.
Agradecido siempre estaré por los frescos abrazos que tu manto le ha regalado a mi dañada piel.
La oscuridad he ya abandonado, mi corazón anhela estar con vida, pero siempre agradeceré la calidez de tu mortal encanto.
Haz cumplido mi más grande sueño, me haz dado el más grande regalo. Con la dulzura de silencio, me haz dicho:
"Bienaventurado, hijo mío, que ahora bailas en el viento, con la alegría del sol. Estas mariposas que te envío, seguro haz de notar que están al borde del abismo; con ellas te recuerdo que vueles, que mamá siempre estará contigo".

Dennis
Escasean las palabras cuando se trata de describir lo que el alma puede llegar a sentir. Día a día intento parecer que se lo que hago, cuando es mi alma quien controla mis manos.
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