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Reflexiones sobre la noción de "Estado"

juli

Nov 4, 2024

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El estado habla por sí mismo. En su mismo nombre está contenida su función esencial. Estado. ¿Qué es un estado, sino la fijación de un determinado estar? Estoy así. Estoy asá. Y al estar así o asá, me ubico en tal o cual estado.

Esto, claro está, en un sentido funcional. ¿Qué hace el estado? El estado asegura un determinado estado de cosas, que para constituirse como tal, necesita ante todo duración en el tiempo. Por lo tanto, el estado cumple una función homeostática, u homeostatizante.

Recordemos que el estar, lo mismo que un estado determinado, van de la mano con el latín status. Suele aplicarse el término al ciudadano (o viviente-intra-sistémico), para identificar su posición, o ciertos atributos intrínsecos a ella. Por ejemplo, el el matrimonio es un estado que se le atribuye a un ciudadano. También es un estado de cosas la manera en la cual una persona logra su sustento. La edad es un estado, los hábitos son estados de cosas que van más o menos de la mano con determinados estratos dentro de la sociedad, que no son otra cosa que estados compartidos por un grupo de personas más o menos amplio.

Así, definimos estado como una modalidad medianamente fija en el tiempo, sea de comportamiento, de posibilidades de acceso y restricciones, de condiciones atribuibles a un ciudadano individual o a un grupo de ciudadanos, lo que oscila desde el sujeto (que más que ser sujeto, está sujeto, sujeto por estados más o menos duraderos).

La institucionalización del estado es lo que llamamos Estado con mayúsculas. La función del estado, como ya dijimos, es asegurar estados de cosas medianamente duraderos, es decir, que los estados (condiciones, atributos, modos) sean más o menos estables, predecibles y neutralmente gestionados, lo que implica no tanto una indiferencia, como sí un búsqueda del punto medio. Esta búsqueda, claro está, acarrea un problema: hay que tratar a todos los ciudadanos con la misma vara desde la óptica de la ley, pero no es igualmente justo tratar a todos del mismo modo desde la óptica de sus estados. El ejemplo más paradigmático y repetido es el estado de un hombre rico en contraposición al estado de un hombre pobre.

Estas dos condiciones (riqueza y precariedad económica), vinculadas a algo tan elemental como tener o no tener dinero (y luego, claro está, saber administrarlo, estado modal que también viene aparejado generalmente con una cierta educación, así como su contrario viene aparejado con la falta de la misma, o con una educación que no se centre en el aspecto económico de la vida), modifican fuertemente las posibilidades y restricciones de los sujetos a quienes se califica con ellas. Por ejemplo, alguien que califica en la categoría "pobre", categoría que se sustenta en ciertos estados de cosas duraderos en el tiempo, sobre todo en el caso en el que no hay un estado que solucione la falta de empatía y el egoísmo inmanente a la condición humana (en especial en lo concerniente al dinero y los recursos, donde cada quien cuida por sí mismo, sin importar si este "cada quien" es un sujeto individual, grupal o colectivo), se ve impedido en ciertas prácticas, limitado su acceso a ciertos bienes y servicios, a ciertas modalidades de comportamiento, etcétera. De mismo modo, el que cataloga como "rico" ve facilitado, por contraposición, el acceso a ciertos servicios, modalidades, prácticas etc. Mientras que deberían ser iguales frente a la ley, no deberían ser iguales en relación a las políticas públicas.

Este es uno de esos problemas fundamentales, pues los "ricos", al ser quienes tienen la posibilidad de invertir en la economía de un país, cree estar en su derecho de doblar las leyes a su favor, y los "pobres", por contraposición, no encontrando empatía de parte de los ricos (más que un paternalismo fundamentalmente humillante y que acota el potencial humano del sujeto empleado a las necesidades y objetivos del empleador, exceptuando los mejores casos), se creen en su derecho de no respetar ninguno de los códigos elementales del tejido social, pues, ¿quién los respeta a ellos? En el medio, entre ambos estados extremos, el del exceso y el de la carencia, se ubica todo un entramado desigual que llamamos "clase media", en la que suelen mezclarse los más cínicos con los más leguleyos, con opiniones por lo general contrapuestas y contradictorias.

Cada una de estas clases se caracteriza, como digo, por la atribución separada de ciertos estados de cosas en el tiempo, lo que se resume en el término status quo. Hay estados de cosas positivos y positivantes, y hay estados de cosas negativos y que niegan. El conjunto de estados positivos suele subsumirse bajo el rótulo de Poder. El segundo, sencillamente, en la falta del mismo, al menos en el sentido de posibilidades. El Estado, como función mediadora y homeostatizante del tejido social y sus contradicciones, debería ser capaz de reducir lo más alto, y alzar lo más bajo. Pero, ¿es esto realmente posible? ¿Es posible realizar un acto semejante? ¿O se trata antes bien de un desideratum? Ese es el gran problema. Y es ahí donde entra en juego el mercado (que a su vez implica una cierta posibilidad de acceso no disponible inmediatamente para todos por igual, ya sea por falta de conocimientos o por falta de fondos), que implica ante todo la lectura y el trato indirecto con el aspecto irracional del hombre, y a su vez, con la razón más elemental, más "natural" y por lo mismo, más egoísta. Mientras el Estado busca la homeostasis, volver siempre a un punto 0 para tratar de equilibrar lo más que puede las contradicciones internas al sistema, el Mercado busca la liquidez, especialmente el movimiento ascendente, pero sólo para luego capitalizar un movimiento descendente. El mercado se equilibra a sí mismo a través de los movimientos de sus participantes (algunos de ellos altamente influyentes y con poder de manipulación), pero se despreocupa por cualquier otra cosa que no sea su propio movimiento, y excluye de su lógica leyes arbitrarias que no sean "naturales", como la de la oferta y la demanda, y las lógicas internas al mercado, que se basan sobre todo (según sus defensores) en la lógica humana más elemental, contrariamente a la "lógica lógica", al "logos del logos", que caracteriza a los buscadores de la verdad, como científicos, estatistas y filósofos.

En última instancia, ambas opciones parecieran tener sus contradicciones internas. Pues el estado, en última instancia, tendría que estar por encima de los "ricos", y nada aseguraría que el estado mismo no pudiese corromperse y someter el tejido social a una lógica arbitraria.

juli

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