con la ambigüedad a flor de piel, se piensan. nace una picazón semejante a la duda que tardan en cuestionar, como si no valiese la pena perder todo por un nada —un nada que quizás podría significarlo todo— y empujan el pensamiento al fondo, muy al fondo.
es complicado, lo saben. la fijación con un hormigueo tan profundo y a la vez foráneo se aposenta en la boca del estómago, esperando con ansias ser sentido otra vez. y de vez en cuando se asienta, tan discreto que ni logran descifrarlo.
¿cómo diferenciar entre el querer y el desear? ¿entre la atracción y el gusto? ¿acaso el cerebro del humano es tan inútil? llegas a darlo todo por alguien y aún siendo así, tenemos la mala suerte de no saber saber. el auto-sabotaje se entreteje como único augurio. tanta responsabilidad que cabe en el sentir, en el doler, en los sentimientos de otra persona.
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