Llegué a un punto de mi vida en el que al mirar el círculo que me rodea, me es imposible no darme cuenta de que cada vez parece más pequeño. Inevitablemente, preguntas como: ¿Estaré haciendo las cosas bien? surgen de repente en mi cabeza, esperando recibir una respuesta adecuada que nunca aparece.
¿Por qué solo mi familia está conmigo?
Es inevitable no pensar que la única razón por la que deciden quedarse es el lazo sanguíneo que nos une, pero si pudieran elegir, ¿seguirían estando a mi lado?
Con el tiempo, me di cuenta de que estaba atravesando un cambio en mi manera de relacionarme con la vida, que mis responsabilidades me agobiaban y ese niño que creía en los cuentos fantásticos se estaba escapando de mi cabeza.
Pasé de mirar la televisión y creer que volaba, a despertarme temprano para ir al trabajo, mientras quitaba la alarma. Cuando antes una chocolatada fría era el placer más emocionante, ahora mi cuerpo se derrite al sentir el olor al café recién preparado al salir de bañarme.
Sin embargo, comprendo que no soy yo quien está mal, ni tampoco mi entorno. Este proceso es simplemente parte de la vida, en la que mis decisiones me conducen a nuevas etapas. En este proceso, las personas verdaderas resaltan, y la sensación de que son familia es sinónimo de auténtico apoyo y cariño.
Alan Palacios
Me llamo Alan Palacios, tengo 28 años y toda mi vida he escrito poesía, reflexiones, etc. Nadie de mi entorno sabe que escribo y decidí empezar a compartirlos.
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