Fue una época rara. No sé bien como empezar a explicarla, pero te cuento que estabamos viendo un recital de El Plan de la Mariposa y, esto es lo mas extraño, estabamos todos sentados y separados en mesas. No te podías parar porque un guardia te apuntaba con un laser, y supuestamente te sacaban. Sonaban mariposas pero nadie probó la libertad.
Me paré varias veces y salté desde donde estaba, en un pogo solitario y triste. Pero de lo que más me arrepiento es de no haber corrido hasta frente el escenario y bailarle a los dioses del ritual. Esa no me la perdono.
Compramos entradas con Giuli con mucha anticipación, creyendo que eramos uno para el otro, que no teníamos tiempo. Pero para cuando se acercaba la fecha ya estábamos peleados.
Nosotros sin hablar. ¿Quién le dejaba la entrada a a quién? Alguien tenía que dar el primer paso, yo ni muerto, esa banda se la había hecho conocer yo. Eran numerádas, uno al lado del otro.
Podía ser un buen momento, una reconciliación o al menos una buena historia para contar. "La noche que fui obligado a un recital con mi ex". De ahí un libro y un corto. La incertidumbre de qué iba a pasar me retorcía la panza.
Llevabamos como dos meses sin hablarnos, y de pronto alguno escribió, no recuerdo cual, y coincidimos en ir igual. Sin hablar mucho, sin vernos antes, nos juntaríamos ahí. Podía ser una buena formar de terminar amigablemente, como personas maduras que supuestamente éramos (queríamos ser).
Arrancamos como el orto, como era de costumbre. No nos entendimos bien y nos desencontramos, después recuerdo ir a la par en el auto hablandolé desde la ventana, ella sin frenar ni subirse al auto. Como decía un amigo, eso solo podía mejorar, porque ya estabamos en menos diez.
La historia se apasiguó mientras forzamos un pucho entre los dos al costado de la sala. Algún chiste cómplice fue acomodando las energías, y mis armas se derritieron cuando me mostró su tatuaje nuevo en la gamba. Tenía un vestido negro, bien corto y se había cortado el pelo como Amelí. Creyendo que su vida cambiaba al tijeretazo. Yo no parecía Amelíe pero también había pasado por el espejo, alguna noche sin gloria.
Cero a cero empezó la banda. Desde el primer tema lloramos. No sé si fue la letra, la situación en la que estabamos nosotros, o todo lo que le estaba pasando a cada uno y al mundo.
La piel de gallina todavía me dura, se me juntan las lagrimas de recordarme en ese lugar, sentados uno al lado del otro, rozandonos los codos, la banda tocando con todo y nuestras manos agarrandose fuerte.
Lloramos mucho, de inicio a final. Nunca charlamos qué nos movía a cada uno, y de mi parte no sé si lo supe alguna vez. La banda sigue viniendo a tocar cada año y a ella no la vi mas. Pero todavía recuerdo cada sensación, y el calor del auto en todo el cuerpo, con los vidrios empañados y el estacionamiento vacío.
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