No sé lo que siento.
Te extraño.
Eso lo sé.
Así como sé que no me haces bien, pero siento tu toque como una
droga. Cada encuentro desafortunado, cada recuerdo confuso y
cada mirada o mensaje intercambiado hacen que mi cuerpo
tiemble en una nostalgia extrañable.
Que mis pensamientos se alboroten en una sopa de recuerdos que,
aunque están claros, se desdibujan con el tiempo. Como el
recuerdo de tu voz, tus ojos al mirarme, tus cartas insuperables, tus
anhelos a un futuro incierto.
Todo lo prometido y jurado desapareció aquel día en el que decidí
dar fin a lo que me hacía sentir viva, pero al mismo tiempo vivía
en la tortuosa lucha de esperar un posible cambio.
Recuerdos que duelen, duelen como cigarrillos quemando la piel,
duelen como un tironcito en el corazón y como un nudo. Un nudo
que pasa del pecho a la garganta y de la garganta al pecho.
¿Cuando se irá esta sensación? ¿Cuando tu recuerdo dejará de
doler ?
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