Las piezas del rompecabezas no encajan,
nunca encajaron.
Ni con un golpe o dos,
ni con el violento silencio de la fuente.
Su fruto cayó en el agua y se deshizo,
y lloró escondido entre dos caminos.
Mirando hacia afuera, esperando alivio.
Hallando indiferencia que no pide permiso.
Ella no es un rival que le pide enfrentar,
sino su respuesta a lo maternal.
Y no debe haber comparación,
entre ambas pieles con corazón.
Es algo que la fuente siempre olvida;
dejar respirar a su cría.
Cree que ahogar la rama beneficia,
pero no recibirá ni una sola poesía.
Entonces cuando llegue el día,
Saldrá del agua y correrá a la vía.
Aunque el perdón está en la lista,
para cuando la indiferencia de la fuente desista.
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