Son tantas las trampas...
Es imposible avanzar de un modo sencillo y sensato en este modo de sociedad que los diferentes poderes han pergeñado.
Toda la política está aderezada con chanchullos, delitos, mentiras, hipocresías, servidumbres, dobles varas de medir.
Así es también la Justicia: Muy sencilla para aplicarla con dureza a los pobres, y tremendamente enrevesada y muy difícil, sino imposible, que se aplique de modo correcto y en igualdad de condiciones, a la gente rica.
Así el trato policial.
Así el tratamiento mediático.
Así la Iglesia.
Así la Monarquía.
Así el vecino lameculos que se crece ante el extranjero pobre y pone el culo en pompa ante cualquier preboste.
Los enemigos de la honestidad son tantos, que ella va en retirada.
Sí, la honestidad es un lujo que pocos pueden permitirse sin consecuencias. ¿Alguien puede?
El poder se blinda a sí mismo, se autojustifica y se reproduce a costa de quienes están en la base. La ley no es la misma para todos, la moral se acomoda según la conveniencia, y la hipocresía es el lubricante del engranaje.
Para mí es difícil no caer en el desencanto viendo que todo está tan bien diseñado para que nada cambie en lo esencial. Así cada mañana me levanto.
Pero, incluso en retirada, la honestidad no desaparece del todo.
Me queda la duda de si su resistencia es heroísmo o simple terquedad.
Y sé que yo no soy ningún héroe.
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