...
Labrando renglones.
De la semilla, que yace profunda,
nace el decir que arruina el blanco.
El ramaje, no se sabe,
crece desde un abajo insondable,
y surge,
en enredos de sí mismo,
ignorando su flor y su fruto.
De si agrada su aroma
a quien a oler se asoma
o si es tan solo un elevarse
buscando del sol algún atisbo,
de eso no consta.
La amapola es roja para ser roja
desde el oscuro marrón
y el brillante verde.
¿Qué tierra nutre
la floresta de palabras
que se enzarzan en mil frases?
A su imagen acuden las abejas,
por el néctar que subyace.
Si hacen miel con lo que liban,
no es mal viaje.
Y yendo, me dije:
Antes que la palabra fue el silencio.
Antes que el amor la indiferencia.
Antes el oro que el comercio.
Antes fue la ignorancia que la ciencia.
Antes que todo,
sí, la Nada.
De todo antes cada ahora
y lo que nace
nace por lo que se hizo.
Eso es constante.
Será bastante.
Soy yo lo que mi hacer y circunstancias,
lo sucedido cada ayer,
ha compuesto
en sinfonía inacabada.
Soy piedra en tu camino.
Soy canción en tu alborada.
Soy un chucho desvalido.
Soy tristeza a la mañana.
Soy luz en la tiniebla.
Soy oscuridad del alma.
Soy lecho seco de un río.
Soy frío en la madrugada.
A cada paso,
según quien mire,
soy lo que ve quien observa,
soy lo que alguien crea,
soy sin saber que sea.
Soy la imagen que reflejas.
Y en el reflejo, tus canas.
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