No me necesitan.
Desde aquí escribo cada día sobre sociedad, religión, política y otros asuntos de la vida; pero, aunque hay quienes me leen, ya les digo, para nada me necesitan.
Unos coinciden conmigo en mucho de lo que digo. Otros son de todo opuestos a mi pensamiento. En ambos casos, quienes se reafirman conmigo, quienes confirman en su seno su contrario pensar, no cambian, por mi decir, en ningún momento.
Entretenimiento.
Un modo de aprecio por un lado. Un modo de desprecio por otro.
Solo eso consigo.
Bueno, no. Mi desahogo es lo primero.
Son muchos los momentos en que barajo desistir. Así lo he dicho y lo describo. Pero luego, con alguna noticia, algún suceso, vuelvo a este ruedo de improductivo suelo.
Por otro lado, ahora mismo, al menos tres posibles libros completos tengo el telar de mi escritura, esperando las últimas puntadas, los pespuntes postreros.
Recuerdo cuando, antes de todo, me planteaba la idea de escribir para publicar. Aquello era tan solo un sueño más. Hoy, con cuatro creaciones hechas compendio, con portada y contra portada, me doy cuenta de que escribir se hace escribiendo. No hay otro modo. No es imposible. No es un irrealizable sueño.
He de elegir cual de los siguientes es el primero:
Ciencia ficción, historia ucronía de mi pueblo, los casi cien cuentos...
Tampoco es que interesen mucho al personal, pero así, mi particular biblioteca, va creciendo.
Dolbach.
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