Desde ventanas opuestas
nuestras miradas cayeron,
con un peso que solo
nuestros corazones pueden cargar
pero esos segundos
donde dudé
y aparté la mirada,
muchos años se desvanecieron
junto a su lado
mirar hacia abajo
buscando lo que he perdido
es una mala costumbre mía.
Me doy cuenta que debo mirar
esos ojos, sus ojos,
ya que ahí yace la paz
que jamás deseé encontrar
trate de ocultar mi corazón,
su amor y su dolor,
sin saber que eso me haría
más vulnerable
el amor, puede nacer
así cómo así.
Encuentros casuales,
miradas indiferentes,
un cariño sin fines de lucro
esa unión, termina creando
el momento decisivo,
definido en un:
quizás, quizás, quizás...
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