Quitar la maleza

Que te atrevas hoy a ser quien viniste a ser, sin etiquetas, sin condicionamientos, sin mandatos.

Me encuentro con esta cita entre mis primeros escritos acá luego de decidir reconectar con mi Newsletter. Casualmente habiéndolos dejado hace un tiempo por haber entrado en un momento en el que volví a creer en viejas etiquetas, viejos condicionamientos y mandatos.

Soy una fiel creyente de que siempre nos llegan los mensajes que necesitamos en el momento apropiado. Y esta vez creo que esa Anto sabía que un día volveríamos a necesitarlo.

Mujeres poderosas es el nombre de la entrada. Y pienso en que a lo largo de la historia han habido tantas mujeres poderosas silenciadas bajo creencias, condicionamientos y mandatos, incluso en mi propio árbol.

No puedo permitirme ser una más, callada por voces externas, por mandatos que quieren que sea igual al resto, por condicionamientos que solo buscan que sea una más de rebaño. Sin sobresalir, sin hacer ruido, siendo la niña buena.

No es tarea fácil romper con todo esto que viene de hace tantos años, con una carga energética tan fuerte que ha traspasado la barrera del tiempo. Requiere de mucho autoconocimiento, de mucha honestidad y mucha valentía. Porque tomar las decisiones correctas para una misma significa dejar de comportarnos y adaptarnos a la forma en la que fuimos educadas, condicionadas, por nuestra propia familia, por la sociedad.

Es empezar a romper, capa tras capa, con todo eso que hemos tenido que cargar cada año desde que nacimos. Empezar a despojarnos de todo eso que no es nuestro, que jamás nos perteneció, para poder mostrar nuestra verdadera piel, nuestra verdadera forma.

Y asusta, porque no se ve como las demás, ni siquiera sabemos como se ve. Genera conflicto interno querer ser alguien que nunca fuimos, que no sabemos ser, pero que en fondo sabemos que es la verdadera forma. Genera conflicto porque no sabemos si seguiremos siendo aceptadas encarnando nuestra forma más auténtica, porque nos enseñaron a ser como el resto, iguales, una copia.

Empezamos nuestro camino de autoconocimiento creyendo que tenemos que cambiar, empezar a ser una “nueva versión” nuestra, cuando en realidad se trata de volver a ser la única versión nuestra que existe, la auténtica, la que éramos antes de ser condicionadas.

Y ese camino tiene muchas idas y vueltas.

Idas de convicción.

Vueltas de duda.

Idas de valentía.

Vueltas de miedo.

Idas de decisión.

Vueltas de inseguridad.

Y aún así, en cada ida, en cada vuelta nos volvemos más y más nosotras mismas, más convencidas, más valientes, más decididas. Quitando la maleza que entorpece nuestra visión de esa verdadera versión nuestra. De esa que no es igual a ninguna otra.