me bautizado en la iglesia
en la que vos solías ir a rezar
pero vos ya no crees en la ternura
y niegas a Dios tanto como niegas haberme pronunciado
mientras sigo acá, creyendo en que vendrás
y santificaras a tu nombre
para convertir a mi carne de varón
en la palabra que baste para sanarte
me he convertido en el peregrino
de la religión a la cual vos solías adorar
y te busco como si vos estuvises acá
he vistado a las tierras que recibieron tu evangelio
quizás acá te vuelva a escuchar hablar de la ternura
pero vos ya me haz instruido de la eucaristía mortecina
del desamparado,
y en mi devoción por vos, te busco entre la omnipotencia
sabiendo que ya no estás
¿cómo me pides redención si tu manos ya no me quieren tocar?
no ves que el haber escuchado
a tu voz entonar a mi nombre
de varón desahuciado
se sintió como el amparo
que siempre le pedí a Dios
y ahora me niego a dejar(te)
me niego a creer en Dios
me niego a amar a otra mujer
me niego a todo lo que no sea tu nombre
«pues en mí han clavado tus seatas, ha caído ti mano sobre mí»
porque te he escrito en mis costillas
y ahora cumulgas en la vastedad
vacía de mi interior
y siento como mis coágulos de sangre
gimen por tu nombre
y eres completamente irrevocable
y aunque pretenda no amarte
«mis llagas son hedor y pútridez»
por querer silenciar lo que mi boca quiere decir de vos.
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