y desarmar la cama con mis vueltas,
desprender las sábanas desde la punta,
destaparme los pies de un tirón,
abrir los ojos, sentir el frío.
quiero el aroma a vainilla llenándome los sentidos,
ese que despierta desde una vela prendida
en mi escritorio vacío de mí,
pero cubierto de libros a tope.
quiero frotar mis manos,
apoyarlas en mi taza de mármol
y solo preocuparme por la cena,
por cocinar el más rico plato.
quiero ahogarme en canciones imaginarias,
hacerme pequeña en el vapor del baño,
cuando me paro perpetua bajo la ducha
y me alacia el pelo por un rato.
quiero, con todas mis fuerzas, volver.
pero se me difuminan las ideas;
cuando quiero llegar de nuevo,
se me borran las manos
y no encuentro el picaporte. me pierdo.
lloré varias veces y nada me salva del añoro.
estoy hecha de cenizas.
es el viento el que me ampara ahora.
yo, me distorsiono en el aire.
extraño esas voces que ya no oigo,
que me apartan bruscamente,
y me dejo. yo me alejo.
mi casa, mi parte rosa, mi jarrón de rubíes,
lo que ya no existe en mí.
en donde ya no existo.
a donde ya no voy, pero no porque no quiera:
es que más me importa la casa que llevo dentro,
la que se estaba derrumbando, cuanto más me iba callando.
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