Tengo la boca ocupada de tierra seca, árida como los caminos que se niegan a llevarnos hasta los dioses, los mismos que se niegan a acompañarnos
Que son el sueño de una noche extraña
La humedad se ha olvidado de mi boca descabellada que se unde en los múltiples rincones del sentido de la irrealidad
La saliva se niega a socorrerme en el empeño de comerme el mundo
La tierra que añoro, que se descuelga de mis sueños como un sitio afortunado y jubiloso ha dejado de existir
Ya no flota, ya no canta, ya no respira
Mi boca recia se atraganta con su último jadeo
Con el más lúcido estertor
intentando vivir del fantasma de su voz
Desconoce el sentido y el suplicio de acatar la acidez de esas sustancias
La crueldad que resultar morder: alimentarse dolorosamente del fango y del desgarro que no se puede sostener
Mis labios no saben aferrarse a la costra que se encapricha con mi destino
Aún así lo mordería todo, arrancaría a dentelladas los pedazos de cada segundo de una vida que sigue intentándolo:
Fotos sin dedicatorias
Abrazos que se perdieron en el murmullo del tiempo
El único y más genuino beso
Mi saliva se niega a ser tragada
Los terrones marrones saben a muerte y caridad
Brazos en cruz sin saber exactamente qué decir
Y que se anudan dolorosamente en mi garganta
El paladar no cuenta, no existe desde hace milenios atrás y mi boca se sabe herida, hundida en el desconcierto de envejecer comiendo esa tierra tan árida tan ácida
Tan triste como la tierra que me vio nacer.

Yom Hernández
Aquí un licenciado en Historia, loco por la literatura que lee y escribe pertinazmente. Mi primer libro Memorias de un confinamiento se puede buscar en www.edicionesatlantis.com.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión