Quiero hacer un mapa en el desierto
que contenga tus estrellas,
las que decidiste hacer en compañía de un robot,
quiero escucharte recitar cada una de ellas.
Quiero poder viajar una y otra vez
al planeta de los que hablan por sí mismos,
donde los sueños son un concepto abstracto
y no la segunda casa a su cuidado y responsabilidad.
Quiero poder recordar tu cara como en febrero
y ser valiente para hacerme madre
de todos los poemas que llevan tu nombre
que ahuyentan a los curiosos de la estrella fugaz.
Quiero aceptar el don del tiempo
para cambiar a las personas y sus sentimientos,
que mi corazón no te vuelva a extrañar
y que mi memoria sea justa con tu personalidad.
Quiero escribirte sin pedir permiso,
sin los gatos de troya, ni el humor absurdo
que solo transportan un ¿cómo estás?
Quiero ser sincera y contarte todos los cuentos
que hice alrededor tuyo sin tu consentimiento,
hacerme músico aunque no me escuches
y sentirme un poquito más cerca de ti.
Quiero llevar de paseo a todas mis palabras,
tender mis poemas al sol,
dejarlos volar con el viento,
que hagan un tour internacional.
Que al final de todo esto, toquen tu puerta,
los dejes pasar, se acuesten en tu sofá,
tomen el té, escuchen un par de canciones,
se acuesten juntos a dormir y se desvanezcan al despertar.
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