Quiero romper,
entregar el mundo
conmigo y sin mí.
Aclamar el fervor de la pasión,
mostrar mi piel,
quiero libertad,
quiero ser.
Quebrar la muralla
que me divide en dos.
Rota, siempre.
Por el piso me mantengo
quieta,
estática,
inmóvil,
tiesa ante el correr del tiempo
que me atormenta
cuando sé
que mi rumbo no tiene salida.
Soy una mujer agrietada,
que sangra.
La vida misma
y el cielo
me observan desde arriba
y me construyen una nueva versión
que me espera
cuando por fin
deje de lado
todo lo que la lluvia se llevó.
Cuando por fin me arme de inocencia
a encarar la nueva paz,
esa que vuela
y me toma de las manos,
llevándome a la pureza
y al no dolor.
Muerta,
sin lamentos.
Blanca paloma.
Soy una nube,
con oxígeno efímero
y una pálida piel.
Ya no estoy,
desaparecí.
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