¿Quién?
Sep 7, 2025
...
Tan listos no serán.
Ya no llaman la atención. El tiempo todo lo normaliza.
Los drums, son ya como cualquier extranjero con un tono de piel diferente al autóctono, o con los ojos rasgados, o una vestimenta fuera de lo convencional. Esa especie con cuatro brazos, cabeza grande, labios prensiles, dos estómagos y piel de escamas, son ya como unos forasteros más. Y como tal se los trata. Mal, porque son pobres.
Llegaron en oleadas de naves que en muchas ocasiones hacían explosión al entrar a la atmósfera. Huían de una miseria que habían provocado ellos mismos, sus élites, en su planeta natal. Nada que aquí nos extrañara.
Los líderes de la Tierra se portaron bien en los primeros momentos. Más o menos.
Se recluyó a los recién llegados en lugares aislados. Se debía evitar cualquier posible contagio. Además, no se sabía de su poder ni de sus intenciones.
Pronto se vio que eran unos desgraciados.
Y empezó todo como si nada.
Los a favor, los en contra. Los que sin posicionarse dejaban claro que aquella gente no les gustaba.
El caso es que los advenedizos se mostraron capaces, fuertes y dispuestos. Es decir, constituyeron una mano de obra eficaz, sacrificada y barata. Eso ayudó mucho a que no fueran exterminados con algún matarratas.
Pero la controversia sigue.
Los partidos políticos se posicionan a favor o en contra de un trato más o menos justo hacia los drums. Atrás quedó la xenofobia autóctona tan solo porque ha sido asimilada a la xenofobia interplanetaria. Los peores resultaron, en muchos casos, los gremios de antiguos emigrantes, de otrora, religiones, razas y etnias discriminadas.
La Humanidad podría haberse unido en causa común a favor o en contra de los alienígenas, pero decidieron, como siempre, posicionarse en bandos. Los telediarios supieron encauzar los odios hacia esos pobres inmigramtes del espacio, de modo que las desgracias provocadas por las ansias de poder y la usura de las élites terrestres quedaron, como siempre, ocultas a los ojos de la gente.
Nada nuevo hay en estos acontecimientos que no sea lo que siempre ha sucedido en la Tierra.
Los drums comprenden de sobra, pues de eso mismo vienen. Nos advierten, pero ¿quién va a hacerles caso?
¡Desgraciados!
Dolbach.
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