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    Querido mejor amigo

    sk

    Mar 30, 2025

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    Querido mejor amigo
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    La primera carta de amor que escribí fue para mi mejor amigo.

    Nos conocemos desde que íbamos al jardín del barrio. La primera vez que lo vi, quedé ciega. Su pelo rubio brillaba como si fuera glitter bajo los rayos del sol de la mañana.

    —¿Sos un hada? —le pregunté con mi voz chiquita, cubriendo la boca con los dedos por la vergüenza.

    —¡Nooo, soy un... Powe Renyer! —gritó, dando un salto con los brazos levantados al cielo y las manos abiertas, como si imitara una explosión.

    De hecho, mi primera impresión de él fue bastante explosiva. Como sus cachetes: gorditos y rosados. Sus ojos verdes parecían pequeñas esmeraldas. Era muy lindo. Lo sigue siendo. Pero luego estoy yo: pelo opaco, sin brillo, ojos marrones, aburrida, piernas gordas. Éramos agua y aceite, pero, aun así, nos complementábamos muy bien.

    Él es extrovertido, popular, amigable con los vecinos y un jugador prometedor de vóley. ¿Y yo? La chica de la esquina; la que se queda en un rincón esperando hablar con él. Comentar sobre los nuevos capítulos de Misterios sin resolver, cantar clásicos de los ochenta, bailar los trends de TikTok. Mi tiempo con él es mágico, pero limitado. Es mi único amigo, pero para él, yo soy solo una más. Los fines de semana sale con los chicos de vóley, así que ya no nos vemos. Durante la semana, entrena y ayuda a su mamá en el negocio. Apenas coincidimos en la escuela, porque él va en la clase A y yo en la C. Las oportunidades de compartir tiempo juntos son casi nulas.

    Estaba bien. Ya volveríamos a ser el dúo de siempre. O eso quisiera... pero algo había cambiado. Dentro de mí, algo cambió cuando lo vi siendo abrazado por su compañera. Una chica de pelo castaño y jumper cortísimo se colgaba de su cuello.

    —¡Te dije! Sos muy alto, no puedo pasarte, jaja —le decía con una voz suave y melódica. Sus ojos celestes se clavaban en la boca de mi amigo.

    ¿Este boludo no se da cuenta? Ah, claro que sí. La agarró de la cintura y le sonrió. Ahí entendí que no volveríamos a ser los mismos, porque este dolor punzante en mi pecho no era por celos de amigos. Era por amor.

    Cuando me di cuenta de esto, el mundo se me vino abajo. ¿Cómo voy a mirarlo a la cara? ¿Podré disimular lo que siento? No podía pensar con claridad. Escenarios trágicos pasaban por mi cabeza, y me daban ganas de agarrarme a piñas conmigo misma. Mi ansiedad no era para nada bienvenida en este momento.

    "Si no querés contarme, al menos, no sé, escribí. Así como cuando escribís poesías que no riman, tal cual. Escribilo y seguro te vas a sentir mejor. Aunque no sea yo el que te consuele.”

    Él me había dicho eso un día en que estaba llorando por un capítulo de Una dosis diaria de sol, pero me daba vergüenza contarle. Eso voy a hacer: escribir.

    ¿Desde dónde empiezo? Ah, sí.

    Querido mejor amigo,

    Voy a ser directa, porque si le doy muchas vueltas, voy a dejar de escribir. Me gustás. Mucho. No hablo en el sentido humano. Me gustás como hombre, como mi novio. Claro, si vos me aceptás.

    ¿Saldrías conmigo? ¿Me amarías? Pensalo, es una gran oferta. Nadie escucha tus teorías conspirativas sobre Los Simpsons como lo hago yo. De hecho, ¿no es chistoso? Odio a esos personajes amarillos, pero me encanta escucharte hablar de ellos. Tus ojos brillan y no parás de sonreír. Me di cuenta tarde de que eso era amor.

    Así que… ¿me aceptarías?

    Por fa, si me aceptás, mandame un WhatsApp con el sticker del gatito. Si no me aceptás, no me hables. Dame tiempo para procesarlo.

    Espero no molestarte. Perdón.

    Tu mejor amiga.

    Un día, cuando fui a su casa a merendar, dejé la carta en un sobre verde con un sticker de Mickey Mouse y lo escondí dentro de una carpeta de la escuela. Me fui de ahí con el corazón en la boca.

    Me pregunto cuánto tengo que esperar por su mensaje. O por su silencio.

    Esa noche, en la oscuridad de mi habitación, la pantalla de mi celular se iluminó.

    sk

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