Para ser honestos no fui muy cercana a ti, de pequeña me allegan pocos recuerdos tuyos, como aquel de verte en el patio de casa cuando toda la familia de papá se reunía hasta que mamá decidió dejar de fingir que le caían bien. Luego de eso, pocas veces presencié tu luz, y con el tiempo no supe valorar que de cierta forma estabas allí, saludándonos en todos nuestros cumpleaños hasta que tu memoria falló en contra de ti.
Recuerdo un pequeño almuerzo en tu casa, la tía preparó sus ñoquis caseros de los cuales papá anhelaba volver a sentir ese sabor. Más que eso solo recuerdo visitarte en un par de ocasiones, donde te encontrabas acostada en tu cama porque el dolor en tus huesos muchas veces te ganaba, al final eso fue mas fuerte que el amor que te rodeaba.
Para ser sincera no quería ir, verte en esa situación me hacía recordar a mi otro abuelo cuando estaba a punto de partir, me aterrorizaba la idea de volver a sentirme así.
También me hacía replantearme un poco mi vida, ¿Por qué nunca fuimos tan cercanas? ¿Yo estuve mal en no forjar un vínculo? ¿No valoré algo que siempre tuve en frente por algún capricho mío?
No lo sé y quizás no lo sabré nunca, quizás yo no tuve la culpa y cuando me di cuenta con los años ya era tarde para remendar ese error.
No crecí a tu lado, no como mi primo que hubiera dado lo que fuera por un segundo más de tu compañía, pero al final la familia es familia, y aunque me faltó presencia siempre duele perder a una abuela.
Ojalá estés mejor allá y perdón por el amor que no te supe dar.
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