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Quemando el lugar

.f.

Jul 21, 2024

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Quemando el lugar
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En el silencio de la tarde, los misiles vuelan,

sombras que rasgan el cielo, disuelven la paz,

la casa se deshace en fragmentos de sueños quebrados,

un lienzo arrugado, marcado por humo espeso y el silencio rasgado

Susurros de llamas danzan en cada rincón,

donde antes brillaban destellos de alegría,

ahora solo quedan cenizas de camaraderías vacías,

un deseo más fuerte que el deseo

y el eco de un alma en ruinas.

Observa desde su ventana,

mientras la tormenta consume lo que queda,

fija en su inmovilidad como si el dolor

hubiera tallado raíles en su piel.

Las llamas son testigos de su agonía,

ser desgarrado por puñales invisibles,

y la casa, en su último aliento, revela

los secretos de un encierro que nunca se vió

El ataque es un viento cortante,

una punsión que perfora lo más profundo,

como un aguijón que se clava en una mente rota,

donde la tormenta se convierte en sombra.

En los corredores que alguna vez ofrecieron calma,

donde el reloj marcaba el compás de la salida,

cada gesto se convierte en cuchillo,

cada mirada, en un acongojante látigo.

Refugios ahora susurran tormentos,

los pasillos se transforman en campos de batalla,

donde el murmullo se torna grito ahogado,

y se convierte en escenario de la peor apertura

lista para la destrucción sin cuidado ni premura.

La injusticia se disfraza de indiferencia,

como si el horror fuera un espejismo,

las cicatrices ocultas son espejos rotos,

y el dolor se convierte en eco del vacío.

Cada grito que se ahoga en la penumbra,

cada lágrima que se disuelve en la oscuridad,

es una herida abierta en el alma,

una punzada en el corazón, invisible al mundo.

En la calma tras el cataclismo,

donde la ruina se convierte en nueva realidad,

permanece entre escombros,

no solo de un hogar, sino de su propia existencia.

Cada fragmento de la casa es un capítulo olvidado,

Cada grieta una nota en la sinfonía del desamparo,

y en la devastación, solo halla

el eco persistente de un corazón que nunca dejó de sangrar

de una mente desvastada, preparada para ser el blanco a desplazar.

.f.

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