Jamás deseé que alguien se quedara.
Percibir la debilidad ante la idea de perder algo era inconcebible en mi cabeza.
Llegas tú, tus labios y se rompe el esquema, se me adormece el sentir.
Quédate siempre, aquí, cerca de mi.
Quédate hasta que el agua de lluvia se mezcle con las lagrimas en mis mejillas.
Quédate hasta que el sol pueda bailar junto a la luna.
O hasta que se fundan el uno con el otro y estallen.
Quédate hasta que la tranquilidad deje de ser ensordecedora.
Quédate hasta que las hebras de mi cabello se tornen grises.
Hasta que me convierta en polvo y todo lo que quede de mi sean mis poemas.
Quédate tres segundos o tres vidas.
Abrázame y hagámonos uno,
un cuerpo,
un alma.
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