Es fácil entregar caricias, besos y promesas cuando el momento calienta la piel y silencia la conciencia. Lo difícil es sostener lo que uno despierta en el otro.
Hay personas que, después de decir “te amo”, retroceden como si hubieran tocado fuego. No porque lo que sintieron fuera mentira, sino porque no pueden manejarlo. Entonces inventan excusas baratas: “fue una ilusión”, “me equivoqué”, “no era amor”. Palabras defensivas, no sinceras.
Cuando alguien se da cuenta de que lo aman de verdad, puede reaccionar de dos maneras:
— Crecer y corresponder.
— O salir huyendo, porque la intensidad lo supera.
Y huir duele más que cualquier palabra cruel: duele porque deshace todo lo que construyó en un instante.
¿Y qué tan cobarde se puede ser para abandonar a la misma persona cuyos labios buscó, cuyo cuerpo abrazó, cuyos sentimientos despertó?
Lo suficiente como para mirar a ese hombre derrumbado, rogando, suplicando… y aun así darse la vuelta. No porque no sintiera nada, sino porque sentir le quedaba demasiado grande.
Hay quien sueña con tenerte, te imagina, te desea… pero cuando al fin te tiene, se asusta. Prefiere perderte antes que enfrentarse a sí mismo. Y así te suelta, como si no pesaras. Como si no ardieras.
No porque no importes, sino porque no sabe sostener lo que importa
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.

Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión