Que será de este atardecer
en el que no te atraviesas por mi calle,
en el que no eres ni mi café, ni mi tertulia,
en el que solo está tu mirar prófugo en la estrellas,
en el que solo habita tu silencio y mi respuesta,
sin pregunta.
Que será de este atardecer
al que no conducen los dioses ni los astros
a reencontrarte,
a descubrirte,
a diseñarte con la piel y el lápiz en la mano,
buscando tu silueta,
buscando tu sonrisa
en la profundidad oscura de tus ojos,
en la terquedad de los míos,
para seguirte ampliando en mis adentros.
Que será de esta tarde sin ti,
sin tu nombre,
sin la tarde misma,
caminando sin rumbo cierto,
por la ciudad que llueve tristeza,
huérfano de tus silencios y de tus palabras.
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