Necesito ahogarme, ¿qué?, ¿por qué?, pues no lo sé. Solo quiero sentir esa sensación que me satisface el cuerpo al sumergirme en agua fresca, como meterse a la pileta un día soleado con cuarenta grados de térmica. Ahogarse, no. Tal vez no tan gráfico, si no más metafóricamente hablando. Exactamente a ello me refiero.
La transformación del momento, poder hundirme en un lugar lleno de agua y sumergirme por completo en él, apagar aquellos murmullos molestos que solo hacen mi mente trabajar incesante en pensamientos absurdos e innecesarios, poder asfixiarme en aquella frescura y volver abrir los ojos en un nuevo mundo. En una nueva yo, más estable, menos triste, con más ganas de vivir y sentirme viva sin el pensamiento recurrente de no querer estarlo.
Sé lo que quiero, pero, ¿cómo podré obtenerlo?, ¿terapia?, ¿constelaciones?, ¿familia?, ¿nuevas amistades?, leyendo para escapar de la verdad y escribiendo en desahogo de ello.
¿cómo?
¿cómo hago para dejar de sentir tanta tristeza en el cuerpo y mente? Por qué no puedo respirar en cualquier forma de ello. Y ni siquiera tengo la posibilidad de asfixiarme hundiéndome en agua fresca. ¿cómo hago para tranquilizar la ansiedad en el cuerpo?
¿cuándo dejaré de hacerlo?, cuándo dejaré de sentir tanto que me agobia el alma y los sentimientos.
Siento que me ahogo, pero en pensamientos.
Franquelli, Maria Luz.
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