Intenta siempre decir la verdad.
Intenta que las consecuencias de esa acción no te lastren el alma.
Intenta que cada palabra dicha retenga el valor del tiempo,
que no genere el divino desacuerdo de la sedición
y que sea tu propia verdad la que te conjure con palabras y besos.
Intenta, si puedes, que el dolor de contarlas no degenere tu alma,
ni te haga extraviarte entre dos galaxias vecinas,
tan cruentas como perplejas.
Que los muertos que yacen ante tu puerta
no busquen la redención y la concordia a tu costa.
Intenta, de ser posible, que esa verdad
sea tan fuerte como un aguijón
que no consigue ser lanzado,
tan capaz como una espada con su cromada hoja,
tan eterna como las palabras escritas y reservadas
en el corazón perpetuo de la mirada atenta.

Yom Hernández
Aquí un licenciado en Historia, loco por la literatura que lee y escribe pertinazmente. Padre de tres libros publicados por Ed Atlantis, Ed Adarve, Ed Cuadranta.
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